Roberto Antón, psicólogo: «San Valentín debe renovarse o morir, ahora lo extraño son casi las parejas de solo dos personas»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Roberto Antón, de Pontevedra, preside la Asociación de Terapia Familiar de Galicia.
Roberto Antón, de Pontevedra, preside la Asociación de Terapia Familiar de Galicia. RAMON LEIRO

Cree que el santo de los enamorados tiene ya poco predicamento en la época del poliamor y anima a «hacer el amor todos los días... con gestos y conductas»

14 feb 2023 . Actualizado a las 19:17 h.

Roberto Antón, un psicólogo de Pontevedra especialista en pareja y familia y presidente de la Asociación de Terapia Familiar de Galicia, celebrará este 14 de febrero el día de san Valentín con su pareja. Se ríe al contarlo y hasta pone una excusa para justificar la cena romántica. Pero confiesa que la habrá. Sin embargo, no cree él que el santo de los enamorados tenga ya mucho predicamento, y menos entre las generaciones más jóvenes. Es más, le da un consejo a él y a Cupido: «San Valentín tiene que renovarse o morir, ahora lo extraño casi son las parejas de solo dos personas. Estamos en la época del poliamor». 

Roberto comienza a lo grande, tratando de diseccionar, en pleno día de san Valentín, qué es eso del amor y qué se debe hacer para cuidar una relación sentimental: «Había un eslogan que lo decía, aunque en el sentido, y que yo me quedo con ese eslogan, pero de otra forma. El amor se hace, y hay que hacerlo todos los días con hechos. Creo que es más una cuestión de conductas que de palabras. Y no, no llega solo con San Valentín». Antón añade que le parece fenomenal que quien lo desee celebre esta efeméride, pero insiste en la metáfora de la planta: «Las relaciones hay que cuidarlas como esa plantita que necesita ser regada y que le dé el sol. Son iguales y requieren tiempo y dedicación». 

Luego, insiste en que estamos en un tiempo complejo para san Valentín, al menos tal y como se concebía tradicionalmente esta fecha. ¿Por qué? «Porque actualmente hay una diversidad enorme de relaciones sentimentales. El poliamor y las relaciones abiertas han entrado con mucha fuerza. Desconozco cómo se celebra San Valentín en el poliamor, si se queda con una persona y luego con otra... lo preguntaré. Porque no lo sé».

¿Se parecen las relaciones abiertas y el poliamor con las parejas tradicionales, las de los matrimonios de toda la vida? Lógicamente, hay muchas cuestiones en las que no. Pero Roberto Antón hace un matiz: «A mi consulta llegan las parejas que fracasan, tanto las convencionales como las relaciones más diversas que hay actualmente. Y yo veo similitudes en ambos casos: todas las relaciones son una cuestión de equilibrios». Añade que para que una relación abierta entre dos personas funcione tiene que haber mucha seguridad y que las dos partes estén muy implicadas. Es decir, dos premisas básicas para cualquier forma de amor entre seres humanos. Luego, señala: «Yo procuro no dar nada por hecho actualmente. Las relaciones son cada vez más diversas. Por supuesto, no puedes presuponer una relación heterosexual, porque muchas no lo son. Y tampoco una relación de solo dos, porque muchas ya tampoco lo son». 

¿Se rompe fácilmente en los tiempos de Tinder y del poliamor? Este psicólogo deduce, por lo que ve en su consulta, que se da una gran paradoja: «Veo personas que son capaces de perdonar las infidelidades más salvajes y que la pareja logra superar eso y seguir adelante y veo otros casos donde se rompe una relación por cosas aparentemente mucho más nimias, como que uno de ellos sea desordenado u otras cosas de logística». 

Discípulo del método Gottman estadounidense, Roberto Antón se fija en dos cuestiones que marcan estos autores para que una relación sentimental funcione. Así, indica que hay que hacer un esfuerzo para que «por cada reproche o comentario negativo que se le haga a la pareja intentar cinco intercambios positivos, que pueden ser un gesto cordial, una mirada cómplice, una buena palabra... Es un juego que se debería probar». La otra premisa tiene mucho que ver con el día a día, y no parece difícil de conseguir. ¿O quizás sí? «Ellos observaron a muchas parejas y comprobaron que las que mejor funcionaban coincidían en que cuando uno de ellos llegaba a casa el otro dejaba lo que estaba haciendo, aunque solo fuesen unos instantes, para saludar y preguntar cómo habían ido las cosas. Es un consejo que me gusta», remacha Antón.