Un sueño hecho colegio en Vilalonga

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Ramon Leiro

La parroquia estrena centro nuevo, pionero para afrontar una pandemia

08 sep 2021 . Actualizado a las 19:29 h.

Lo normal es que, llegados a sexto curso, los niños quieran seguir creciendo y probar el instituto, aunque les dé mucha pena perder de vista a algunos amigos y a sus profes. Pero en Vilalonga, en junio de este año, los de sexto estaban hechos un mar de lágrimas. Nadie quería marcharse del colegio. ¿Por qué? Porque, tal y como chivaba ayer una profesora, sabían que ahora, en septiembre, se iba a inaugurar el nuevo centro educativo. Y todos soñaban con él. «Xa os estou imaxinando correndo por aquí e mirando todo, vai ser unha tolemia, levabamos tantos anos de espera», señalaba ayer una docente con muchísima emoción. El claustro de maestros estaba ayer al completo, con el director a la cabeza, para recibir a la larga comitiva política que visitó el nuevo cole. El recorrido sirvió para comprobar que Vilalonga, además del colegio que merece, tiene un centro adaptado a los tiempos de pandemia y en la vanguardia gallega.

El nuevo edificio entra por los ojos. Y de qué manera. Ahora que la ventilación marca nuestras vidas, buena parte de las aulas tienen salidas al exterior. Amén de grandes ventanales y una luminosidad digna de mención. El mobiliario también evidencia lo mucho que han cambiado las cosas: mesas y sillas sin esquinas puntiagudas, de material ligero y colorines. Y una especial atención a los espacios exteriores: patios de hormigón, pero también zona verde de hierba y espacios cubiertos para los días en los que, como ayer, la lluvia se invita sola a la fiesta.

Era difícil ayer, durante el recorrido de los políticos, que llevó a Sanxenxo al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, al conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, al delegado de la Xunta en Pontevedra, Luis López, o al alcalde, Telmo Martín, apartar la vista de la infraestructura; del continente. Sin embargo, las profesoras -el equipo docente es eminentemente femenino-, con sus explicaciones, con su entusiasmo y su demostración de lo que tienen preparado para este curso, obligaban a fijarse en el contenido. Allí estaba la profesora de música con sus xilófonos y metalófonos en fila, pidiéndole a Feijoo que en cuanto haya oportunidad se puedan hacer festivales, porque a los pequeños les gusta mostrar en público lo que aprenden. O la maestra de Educación Física, que enseguida le demostró a los políticos lo ambivalentes que son los profesores, ya que lo mismo está al cargo de la biblioteca que a pie de gimnasio, donde por cierto el mobiliario nada tiene que ver con los potros de madera y aquellos aparatos infernales de los que tantas generaciones guardan alguna cicatriz. Todo ahora es tipo colchoneta, con colorines y pensado para evitar golpes.

Recorrer el colegio llevó su tiempo ayer, porque los espacios son muy amplios -el ancho de los pasillos llama la atención sobremanera, por ejemplo-. Cabe recordar que el centro tendrá capacidad para 450 alumnos, aunque ahora mismo solamente lo ocuparán 211. Precisamente, una de las ilusiones de los maestros es que las nuevas instalaciones animen a más familias a optar por Vilalonga para matricular a sus críos. Lo que se toparán nada tendrá que ver con lo de antes, cuando en infantil había que mojarse si llovía para salir de una dependencia a otra.

El comedor que no lo parece

En el nuevo centro, en el que la Xunta invirtió 4,5 millones de euros, todo invita leer y a jugar. De hecho, hay estancias que llaman la atención por su versatilidad, como el caso del comedor, donde hay mesas para sentarse pero también espacios para tumbarse y leer, una zona con proyector y, por supuesto, recursos lúdicos por doquier. El director del centro, Ricardo Rodríguez, mostró también cómo muchas de las aulas del centro pueden desdoblarse fácilmente, con unos paneles que en cuestión de minutos permiten dividir en dos al alumnado. Con el mobiliario oliendo a nuevo se comenzará el curso. No será lo único de estreno. Las ilusiones de niños y profesores han sido renovadas. Cómo no.