Dos chupinazos en julio

PONTEVEDRA

La llegada del quinto contenedor, el marrón para bio-residuos, y el inicio de la programación de fiestas de verano, adaptada a la normalidad «postcovid-19».

21 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La semana que concluye estuvo marcada por sendos anuncios del gabinete municipal: la llegada al centro urbano del contenedor marrón, para residuos orgánicos, y la programación festiva que propone 300 actividades lúdicas, repartidas en 13 espacios diferentes y adaptadas a la «nueva normalidad» postcovid-19.

El quinto contenedor supone la propagación del plan de compostaje en el casco urbano, bastante más tardía de lo que se proponía inicialmente. Por fin se estrenará en el centro histórico y en el ensanche a partir del 6 de julio, en lo que el propio concejal Raimundo González Carballo denominó como «el chupinazo», al símil de los Sanfermines que este año no habrá en Pamplona. Y hablando de fiestas, Carme da Silva desveló la parte más gruesa de la programación de fiestas de verano que este año de circunstancias tan especiales, plantea un elenco de muchas propuestas musicales, teatrales y de animación muy repartidas por la ciudad y a lo largo de tres meses que tendrá su chupinazo el 11 de julio con una romería de San Benito «reprogramada» conforme a los protocolos sanitarios imperantes.

Recuperar la iniciativa

El bipartito municipal pretende con estos anuncios recuperar la iniciativa perdida desde que comenzó la desescalada. Cuando arreciaron las críticas por su inacción ante las peticiones de ayuda de los sectores económicos más golpeados a los que se prometieron apoyos apenas materializados.

Una demanda que martillea una y otra vez, la oposición formada por Partido Popular, más Goyo Revenga, como se evidenció el pleno municipal del pasado lunes. Rafa Domínguez acusó a Miguel Anxo Fernández Lores de que «prefiere gastar en lombos en lugar de atender a las personas», en referencia a comerciantes y hosteleros. En la sesión, para amortiguar las críticas, el gabinete BNG-PSOE manifestó, a través de César Mosquera, que cuando tengan claro el «marco normativo», anunciarán «medidas potentes» para ayudar al comercio de proximidad.

«Vívese Pontevedra»

Por tanto, los anuncios a los que aludo en esta crónica, se plantean como instrumentos de dinamización del municipio, al tiempo que sirven al gobierno municipal como paraguas hasta que escampe.

Es innegable que una programación festiva potente durante tres meses constituye un aliento fundamental. Tanto para apoyar al empleo que generan el sector cultural y artístico que tenemos, como para empujar la actividad económica en la ciudad, en auxilio de la hostelería, el turismo y el comercio, según el impecable razonamiento de la concejala responsable. Carme da Silva y su equipo de colaboradores aciertan plenamente al elegir como slogan «Vívese Pontevedra», pues en la medida en que se impulse la vida en la ciudad, se propiciará la reactivación económica que precisamos.

Un análisis en detalle de la oferta propuesta mediante 18 bloques programáticos sería prematuro, pues quedan por conocer muchos detalles y nombres. Resulta prometedor que se mantengan eventos -readaptados, por supuesto- como el Jazz, el Cinema na rúa, Itineranta o la Festa do Demo. Y que la concejala no renuncie a celebrar una Semana Grande de la Peregrina o la Feira Franca conforme haya que reinterpretarlas con los protocolos sanitarios que nos demanden las situaciones de agosto y septiembre, respectivamente.

«ComPOsta»

El despliegue del plan de compostaje en el municipio de Pontevedra va más lento de lo que el Concello pudo imaginarse en el peor de los escenarios. La prueba más evidente es que la planta de tratamiento de A Canicouva sigue siendo realidad virtual.

La envergadura del reto, las complejidades técnicas que exige y la necesidad de hacer mucha pedagogía entre los ciudadanos, sin cuya complicidad no funcionaría, han decelerado las expectativas que había hace cuatro años. En Monteporreiro, la expansión de los composteros tropezó con sectores de rechazo vecinal, inesperados para el gobierno municipal («altibajos» los llamó Raimundo González) por lo que luego ha ido tanteando el terreno donde colocar los siguientes, buscando minimizar problemas. Gorgullón, Eduardo Pondal, Ciudad de Piedra, Juan Carlos I y El Castañal fueron los siguientes laboratorios de la filosofía del reciclaje de los residuos orgánicos. Pero falta que se visibilice en el centro urbano y en el histórico, lo que sin duda será la piedra de toque para otorgarle la mayoría de edad.

Con el acrónimo ComPOsta como lema de campaña, el Concello se ha lanzado a la conquista de una franja de población urbana muy amplia, a la que busca comprometer en la causa de eliminar la huella de carbono y mejorar la economía circular.

Un equipo de «mestres composteiros» han iniciado un plan de visitas para persuadir, ya que es, de momento, voluntario. Se trata de conjurar a los llamados «productores singulares», del orden de unos 600 establecimientos, entre cafeterías, restaurantes, fruterías, panaderías o supermercados; y a 3.500 hogares que deberemos de aclimatarnos a separar los restos orgánicos en un colector que luego llevaremos al contenedor marrón que abriremos con una llave electrónica. Un camión de recogida, como los que hay para los otros tipos de contenedores, se llevará los bioresiduos a una planta de tratamiento de compostaje… en la provincia de Ourense.