Hasta un coche de Fórmula 1 se coló en la feria sobre la oferta educativa y formativa que abrió sus puertas en el Pazo da Cultura
08 mar 2018 . Actualizado a las 05:05 h.Entre risas y miradas cómplices, desde un expositor más colorido imposible y con aires hippies, unas estudiantes del instituto Luís Seoane de Pontevedra resumían ayer a la perfección el espíritu de Edugal, la feria sobre oferta formativa y educativa que abrió sus puertas en el Pazo da Cultura: «Pues yo creo que en sitios yo me acabo preguntando qué voy a ser de mayor, qué es lo que quiero... puedes ver todas las opciones que hay», indicaba una. Estudiantes de un ciclo de comercio, otras indicaban que ya tenían muy claro su futuro: «Yo quiero montar mi propio negocio, abrir una frutería. En eso trabajó mi padre toda mi vida y es lo que yo quiero hacer», apostillaba otra. Y poco a poco se iba animando el debate sobre el futuro laboral. Quizás, ese es el mérito de Edugal, que abre el debate entre estudiantes sobre qué hacer y, sobre todo, que muestra las mil y una posibilidades de formación que existen, desde el paso por una universidad a la escuela de canteros pasando por ser monitor de ocio y tiempo libre. Por citar algunos ejemplos.
Edugal es una feria que el visitante consume rápido aunque no sea estudiante y necesite decidir su futuro. ¿Por qué? Porque la experiencia ha ido haciendo que los expositores entren por los ojos, que sean atractivos e intrigantes. No negarán que, a priori, no parece un misterio que en una feria sobre alternativas educativas haya un coche tipo Fórmula 1, que en realidad es de Fórmula Student. Explican qué pinta ahí Adrián y Pablo: «Se trata de enseñar lo que se puede ser siendo ingeniero, de cómo puedes participar en la fabricación de un coche como este». Muy cerca de este expositor hay otro, de la UVigo, concretamente de la escuela de Enxeñería Industrial, en el que los protagonistas son un buen número de máquinas, desde una impresora láser a otra que escupe chapas serigrafiadas también por láser. Nuevamente, se trata de descubrir a los estudiantes qué relación tienen estos aparatos con la formación académica. Algunos lo tienen muy claro: «Ya me gustaría a mí crear estas máquinas, seguro que te forras», dice un muchacho a otro no sin sonrisa por medio.
Luego están los numerosísimos expositores donde el movimiento se demuestra andando. O trabajando. En uno de ellos, de la escuela de canteros de la Diputación de Pontevedra, está Víctor herramienta en mano. Anda, cómo no, esculpiendo una escultura en piedra. Y dice: «Eu xa era oficial de primeira antes de ir á escola, pero logo ves que che vale a vida a titulación. Temos aquí moitas esculturas feitas por alumnos, e hai rapaces que chegan e din que eles non serían capaces de facer iso, pero insistímoslle en que todos empezamos coma eles, sen saber nada de nada. E que igualmente se poden facer un montón de cousas».
Más allá de lo que ocurre en cada uno de los 50 expositores, después está el intenso programa de actividades de esta feria a la que todavía le quedan dos jornadas, la de hoy y la de mañana.
Ayer, por ejemplo, a media mañana había una sesión sobre vinos, sus aromas y el mundo de la gastronomía. También sesiones de debates. La actividad era frenética. Y lo seguirá siendo hasta bajar el telón.