Tropiezo granate hacia el ascenso

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

El Pontevedra encajó tres goles del Real Murcia, al que solo Bonilla metió uno, de penalti

21 may 2017 . Actualizado a las 01:04 h.

Sabían que era difícil. Sabían que lo más probable era que el Murcia, armado con un equipo formado para eliminar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino hacia Segunda, cumpliese su objetivo y demostrara su superioridad. Pero solo hizo lo primero. Lo segundo, aunque debería haber quedado patente por el resultado, no lo fue.

Salió sin ningún miedo el Pontevedra y, aunque la primera jugada fue amarilla, los granates se repusieron en cuestión de segundos, y comenzaron un ataque continuo que a punto estuvo de cambiar el rumbo del partido en el minuto ocho. Fue Iker quien aprovechó el despeje de Edu, que se acababa de librarse así de un intento con pocas opciones claras de Golobart. Viendo nítida la jugada, Alegre hizo un pase largo a la izquierda que recibió con destreza Eneko para centrársela a David Añón. Hizo este un tiro que levantó de sus asientos por primera vez a toda la afición granate, conteniendo la respiración ante lo que parecía un gol inminente. Solo la actuación de Simón pudo abortar la ilusión de los locales con una parada que a punto estuvo de costarle una lesión. Pero la suerte había decidido sonreír a los visitantes, y estos decidieron aprovecharla.

Eso fue lo que intentaron, una y otra vez, durante los siguientes cinco minutos en una suerte de breves ataques que terminaban con el robo del balón por parte de los granates. Pero tanto fue el cuero al campo del Pontevedra, que acabó entrando en la red. Un remate de Sergio Guardiola sacó de la portería a Edu, dejando de paso a Portela de espaldas a la jugada que Víctor Curto acabó convirtiendo en gol. El Murcia aprovechó su primera ocasión real para sentenciar el encuentro.

Amarrando la vuelta

Lejos de venirse abajo, el Pontevedra intentó aguantar el envite. Pero no fue suficiente. Los murcianos siguieron atacando sin descanso y más dispuestos a marcar que los locales, que estaban a punto de conformarse con amarrar un resultado que les permitiera, por lo menos, viajar a Murcia con algo que perder. Les salió cara su actitud, sobre todo teniendo en cuenta que la filosofía con la que dijeron que saldrían al campo era la de disfrutar un regalo con el que no contaban al inicio de la temporada.

Armando fue el siguiente en dar un paso adelante para los visitantes con una ocasión clara en forma de disparo largo que se fue a la derecha. Era el minuto 37, y los granates todavía no sabían que sería la última jugada con un 0-1. Poco más de sesenta segundos después un despeje largo de Portela se volvía en contra de toda la primera plantilla y su afición, al habilitar a un Guardiola que, de no haber tocado el granate el balón, habría estado en un claro fuera de juego.

Las dudas se extendieron por las gradas, pero el desánimo de ver cómo el luminoso marcaba un contundente 0-2 pudo más que las ganas de protesta. Y el remate de Javi Saura que podría haberlo subido a un dramático 0-3 cuando se cumplía el minuto 45, terminó de acallarlos.

Una alegría granate

El paso por vestuarios sirvió para recordar a los granates lo que ya sabían desde antes de salir al campo: que todo podía pasar, pero que el Murcia tenía un equipo hecho, no para luchar por el ascenso, sino para conseguirlo. Tardaron los amarillos cuatro minutos en demostrarlo. Fue con un balón en profundidad que centraron los visitantes desde la izquierda. Víctor Curto salió desde atrás para cabecear desde el centro del área, y a punto estuvo de eliminar al Pontevedra del play off. Todavía queda la vuelta.

El 0-3 derrumbó momentáneamente a jugadores y aficionados granates, que cuatro minutos después estaban sacando fuerzas de donde no las había para hacer dos llegadas a portería de las botas de Miguel primero y de Iker Alegre después.

Se sumió entonces Pasarón en una especie de estado de insensibilidad de la que solo le sacó lo que parecía haber sido un gol consecuencia de un error de Simón, pero que provocó un revuelo en la portería que impidió comprobar si había algo que celebrar finalmente o no. No lo hubo, y el estadio volvió a ponerse la coraza hasta que un penalti que Bonilla transformó en gol le devolvió las esperanzas. La posibilidad de un 2-3 se apoderó del estadio municipal. El tiro de Elady en el minuto 89 que rebotó por dentro del larguero no logró borrarla, y sí creció con el disparo que Bonilla lanzó en el 90, aunque se fuera a la derecha de la portería visitantes. Pero las ilusiones no fueron suficientes, y las ocasiones decidieron quedarse solo en eso.