Suso Leiro ya sortea icebergs en su aventura hacia el Ártico

La Voz SANXENXO / LA VOZ

PONTEVEDRA

El «Finesse» atracado al fondo de la foto en St. Bride?s.
El «Finesse» atracado al fondo de la foto en St. Bride?s. suso leiro

El navegante de Portonovo está rodeando la costa de Terranova con el objetivo de arribar al Pacífico

21 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«En estas latitudes, el frío y los témpanos de hielo hay que tenerlos muy en cuenta». Así se expresaba hace unos días Suso Leiro, el navegante más famoso de Portonovo, en su aventura hacia el Ártico rodeando la costa americana. Dicho y hecho. El Finesse, el barco de Leiro, ha empezado a encontrarse con los icebergs a la altura de Terranova, en Canadá. La navegación se va haciendo cada vez más complicada, a la par que su creciente cercanía a su objetivo se va convirtiendo en una realidad.

Consiga o no su destino final -entrar en el Pacífico desde Alaska-, su logro hasta ahora tiene mérito. En solitario atravesó el Atlántico, recorrió todo el Caribe, ascendió por la costa oeste de Estados Unidos, recaló en la francesa St. Pierre et Miquelón, y ahora ha logrado entrar en las aguas canadienses.

A estas alturas, la navegación puede parecer fácil, si hay peligro, aún es posible resguardarse en un puerto de Canadá. Sin embargo, no hay que bajar la guardia nunca. La sorpresa puede surgir en cualquier momento. Una de esas ocasiones se presentó cerca del puerto de St. Bride?s, en Terranova, que define como «un minúsculo puerto pesquero» al que se dirigía para abrigarse del mal tiempo. En medio del mar, sintió un sonido prolongado, «como si un barco de vapor diese marcha atrás». No se divisaba el puerto, aunque sí las luces difusas de las boyas.

Para evitar problemas, el Finesse echó el ancla. «La decisión fue fondear y permanecer en guardia desde las tres de la madrugada hasta que rompa el día». Amaneció. Leiro dio una cabezadita y cuando despertó, «miro por la escotilla y me veo rodeado de piedras y bajos por ambos costados», indicó. Pensando que el barco iba a la deriva, se da cuenta de que fue una falsa impresión. «Resulta que aquellas rocas eran los restos de un iceberg que se iban derritiendo y tomaban color oscuro, como si fuesen rocas», precisó. Levó anclas y entró en St. Bride?s, donde un marinero le dijo que tuviese cuidado con el hielo. Buen consejo, aunque tarde, atracó, descansó y otra vez al mar al llamado del Ártico.