La norma sobre montes comunales desata una pugna por los lindes

m. blanco PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Las comunidades deben aclarar sus límites para poder gestionar sus ingresos

11 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El nuevo decreto que regula la inversión de los ingresos que generan los montes vecinales que se explotan mediante convenio con la Xunta ha generado una cascada de disputas entre comunidades de la provincia para aclarar los lindes efectivos de los territorios que les corresponden. Esta delimitación efectiva es indispensable para que cada entidad elabore su plan de ordenación del bosque, un requisito que a partir de mayo, cuando entre en vigor el documento, será determinante para poder gestionar los recursos económicos que genera la explotación del monte.

Y es que la gran novedad del decreto impulsado por la Consellería do Medio Rural es la restricción a la libre discrecionalidad en el uso de fondos. Las comunidades podrán seguir disponiendo de un 40 % del dinero que genere el monte para proyectos de mejora, pero el resto de los recursos ya no quedarán al albur de lo que decida cada comunidad: la Xunta ha establecido unas reglas del juego muy concretas en las que, disponer del citado plan de ordenación, será determinante.

En el trasfondo de esta norma, como explica con meridiana claridad el presidente de los comuneros de San Miguel de Catoira, Luis Rey, está evitar que el dinero del monte acabe destinado a sufragar verbenas. «Hay algunas comunidades que estaban casi abandonadas pero que cada año llevaban a la Gran Parada» a las fiestas del pueblo. Con el nuevo marco regulatorio, esta flexibilidad será más restrictiva.

El caso es que la necesidad de delimitar claramente los límites de los montes vecinales como paso previo a la redacción del plan de ordenación ha desatado una cascada de conflictos entre comunidades.

Y es en este punto donde surgen las críticas del propio Rey, quien lamenta el deficiente trabajo cartográfico realizado por la Xunta a lo largo de los últimos años para delimitar el territorio que pertenece a cada comunidad. En la actualidad, la mayoría de los lindes se recogen en una carpeta ficha que, en su opinión, es poco menos que «un churro pintado en un folio a mano. Eso es lo que está delimitando los montes», y lo que estaría generando los problemas actuales.

Rey se muestra crítico con la Administración gallega, que a su juicio ha esquivado la elaboración de una cartografía detallada que esquivase los problemas que pudiesen surgir entre comunidades a la hora de definir a quién corresponde cada parcela de monte. «La topografía real la debería haber hecho la Xunta; con ese trabajo se hubiesen zanjado por completo todos los conflictos. Pero no lo hizo y ahora el problema está en nuestras manos, con lo que tenemos que invertir el dinero del monte en realizar deslindes».

Revertir en el monte

Por su parte, el presidente de los comuneros de Xesta, Francisco Couselo, sostiene que su entidad ha realizado un intenso trabajo en los últimos años para establecer los límites de terreno que son de su titularidad, y se muestra a favor de que el dinero que genera el monte revierta en su mejora, si bien establece algunos matices. «Nós pensamos que os cartos do monte teñen que recaer no mesmo monte. Pero todo o que sexa inversión que xenere maior calidade de vida e mellor nivel social, ten que ser valorado porque é fantástico para as xentes da comunidade», concluye.

La carpeta ficha, una anomalía en la era digital

Una de las quejas recurrentes de los comuneros sobre la delimitación de los lindes guarda relación con la ausencia de un soporte documental acorde a los tiempos que corren. La distribución de los montes se recoge en una carpeta ficha como la de la imagen, en muchos casos hecha a mano y, por tanto, fuente de disputas entre las distintas organizaciones.

Xiabre, un monte en manos de cuatro organizaciones distintas

Contar con una parcelación detallada de los montes comunales no es un asunto menor en Galicia. El ejemplo del monte Xiabre quizás ilustre con meridiana claridad la dimensión del problema. Estos terrenos se reparten entre cuatro concellos, Vilagarcía, Caldas, Valga y Catoira, con lo que cuatro comunidades distintas tienen derechos a la hora de explotar sus recursos forestales. Pero de la misma forma que los lindes entre estos cuatro concellos están perfectamente delimitados por el Instituto Geográfico Nacional, no ocurre lo mismo con la distribución del monte, y la falta de una topografía detallada ha sido fuente de disputas entre comuneros en el pasado. Hoy, según explica Luis Rey, hai poco más que un «trazo a rotulador», algo a todas luces inapropiado en estos tiempos.