Cientos de mariscadores se ven abocados a parar ante la virulencia de la toxina que obligó el miércoles a tirar el género. A la frustración, suman el enfado por la demora en el aviso
11 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Sin fecha de vuelta a la faena. Así están cientos de personas que se dedican al marisqueo en la ría de Pontevedra. Pero ayer todavía coleaba -sumado a la frustración por no poder trabajar- el cabreo por la forma en la que se comunicó el pasado miércoles que la ría estaba cerrada a las tres cofradías que operan en la ría.
Sobre las quejas de los mariscadores en cuanto a que se dieron los avisos este miércoles cuando ya se había capturado el género, desde Intecmar, el instituto que se dedica al control de la salud, entre otros, de los bancos marisqueros, se informó ayer de que los cierres se comunicaron vía correo electrónico a las cofradías en cuanto se tuvo conocimiento de la elevada virulencia de la toxina detectada.
Pero en el sector de la ría de Pontevedra continúa demasiado fresca la imagen de ver cómo el miércoles hubo que devolver al mar casi tres toneladas de marisco sacado con un esfuerzo que resultó en vano. Lo que desde el Intecmar se calificó ayer de «cierta distorsión» en la cadena de comercialización, a pie de ría significa sudor y esfuerzo sin recompensa económica. Con todo nadie discute la medida sanitaria, sino la efectividad de la comunicación de episodios de toxina como este.
Pero además hay dinero en juego. Una semana sin salir a faenar en la ría de Pontevedra puede alcanzar los 325.000 euros que no se ingresan -210.000 del marisqueo a flote y 125.000 de a pie-. Por eso tener que devolver el género al mar sienta como tirar dinero. De hecho, cuando se ha devuelto al mar toda la carga de almeja japónica y fina, como ha ocurrido en alguna ocasión, ha sido por no alcanzar el precio mínimo en lonja.
Una semana sin faenar puede suponer hasta 325.000 euros que no se ingresan