Los zapadores gana el concurso de patrullas de la Brilat
28 may 2013 . Actualizado a las 21:07 h.No son monjes guerreros como lo pudieron ser siglos atrás los templarios o los hospitalarios, pero algo deben compartir con ellos. No en vano, como sus antepasados que combatieron en Tierra Santa, los que ayer salieron del embarcadero de Tui con las primeras luces de la mañana son militares y estos días demuestran su fortaleza física y psicológica en una ruta de peregrinación, el Camino Portugués a Santiago.
La dureza del concurso de patrullas que organiza tradicionalmente la Brilat por estas fechas volvió a quedar patente. Al cierre de esta edición, al menos dos de los 120 militares que comenzaron la competición tuvieron que abandonarla.
Tener que cubrir los 120 kilómetros de la ruta jacobea en un plazo de 36 horas ya es complicado de por sí, pero si se le suman las pruebas que salpican el recorrido y el hecho de que los participantes deben ir uniformados, equipados con el arma reglamentaria y portando una mochila con un peso mínimo de ocho kilos... No es de extrañar que este concurso esté considerado entre las pruebas deportivas más exigentes que organiza una unidad del Ejército español.
La jornada empezó con una climatología propicia. Un excesivo calor o la lluvia podrían convertirse en un grave contratiempo para las veinte patrullas, entre las que hay tres conformadas únicamente por mujeres y dos de carácter mixto.
Durante toda la mañana, tuvieron que superar un recorrido topográfico y demostrar su pericia a la hora de lanzar varias granadas. Ya en la base de la Brilat, además de someterse a un control médico -una exigencia que se ha implantado por primera vez en esta edición del concurso de patrullas-, tuvieron que realizar una decena de disparos con el fusil HK y superar una pista de obstáculos.
Esta última etapa puso en evidencia la compenetración y cohesión de los integrantes de las patrullas. Y es que, si en el adiestramiento militar se prima el cubrir todo el escenario de manera individual, en el concurso se busca alcanzar los mejores registros por equipos, por lo que ayudar a un compañero no solo está bien visto, sino que es bienvenido.
Ya entrada la tarde, las primeras patrullas -en el momento de echarse la noche encima, eran equipos de la brigada pontevedresa los que lideraban la clasificación- alcanzaron Monte Porreiro. El puente sobre el Lérez recientemente inaugurado sirvió como punto de lanzadera para el descenso en rápel volado.
Decenas de curiosos siguieron, desde la orilla, las evoluciones de los militares, que dejaron imágenes impactantes.
Sin descanso, y ya con la noche encima, las patrullas enfilaron hacia Caldas de Reis.