El recuerdo de John Balan sigue vivo

Elena Larriba García
Elena Larriba PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

13 sep 2012 . Actualizado a las 06:54 h.

Hace ya más de cuatro años que falleció, pero el recuerdo de John Balan está más vivo que nunca. Las calles de Pontevedra y de su Marín natal están estos días plagadas de carteles con su imagen. Y es que está a punto de salir su biografía, una publicación de Teófilo Edicións que será presentada la próxima semana en el Auditorio del Centro Social de Novacaixagalicia. El autor que narra la historia del añorado cowboy gallego y del genial hombre orquesta es Wladimir Dragossán, seudónimo de Rafael Pintos, quien mantuvo con él una gran relación personal, laboral y artística. El título del libro, John Balan. Un yanki en la corte de Breogán, ya es todo un homenaje y cuenta la intensa y nada fácil vida de Manuel Outeda -nombre real del artista marinense-, con infinidad de anécdotas de sus actuaciones y demás apariciones públicas.

La puerta

La imagen de John Balan estará siempre asociada a su inolvidable indumentaria del lejano Oeste, con su inconfundible sombrero vaquero que nunca se quitó. También a su innata capacidad para emitir sonidos musicales con la boca y con las manos. Cómo olvidar su famoso número de la puerta que golpeaba con sus nudillos para emitir aquella cómica melodía de No te cortes la melena... Pues esa puerta es la que emula la portada en madera del libro de Teófilo Edicións sobre el mítico personaje marinense, con profusión de fotografías en las que se refleja su vida.

Pioneros

El propio Pintos dijo en más de una ocasión que él y Balan formaban un tándem perfecto, «uno como hombre de humor y otro como hombre de terror». Y también que ambos fueron pioneros de la performance gallega, en versión gótica y yanki. En la biografía que está a punto de salir se evocan sus apariciones estelares en la TVE, con José María Íñigo y El Loco de la Colina. Y también en la TVG, acompañado del propio Wladimir Dragossán, con quien compartió un tour televisivo muy especial. Les ofrecieron a ambos un programa en el que debían promocionar Galicia y las Rías Baixas como destino turístico. Y lo hicieron montados en un sidecar. Pintos cuenta la anécdota de que él era quien conducía, aunque no sabía. Para lograr movimiento en las tomas cortas le empujaban la motocicleta cuesta abajo y en alguna ocasión acabaron tirados en un campo de patatas.