Una forma de conocer todo el mundo

La Voz

PONTEVEDRA

30 ene 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

Este año, la temporada de concursos caninos no se presenta demasiado agitada para Agustín. Con esto de la crisis, las inscripciones y los gastos de viajar con animales se disparan, y hay que medir mucho cada paso que se da. La primera cita de Agustín es en Oporto, una coartada perfecta para ver a unos amigos que viajarán desde Francia. «A la mayoría de mis amigos los he conocido en el mundo de los perros», confiesa. Un mundo en el que, como en todo, «si escuchas y estás atento, puedes aprender muchas cosas».

Humildad y entereza son dos de las cosas que Agustín ha ido aprendiendo a golpe de hoja de calendario. «Yo fui muy mal perdedor. Fui hijo único, y eso lo pagué con creces porque no tenía templanza. Pero eso ha ido cambiando. Me fastidia si pierdo con perros peores que los míos, pero si es con uno igual o mejor, no me cuesta reconocerlo», cuenta. Igual que el tiempo le ha enseñado a mirarse con ojo crítico, también le ha demostrado que los complejos no sirven de gran cosa. «Recuerdo que a las primeras finales llegaba con complejos. Ahora ya no. Si voy a un certamen es a ganar».

Pero no solo a eso. Ha quedado dicho que en estos concursos Agustín aprovecha para cuidar sus amistades. Y para conocer mundo. Si colocásemos chinchetas de colores sobre aquellos lugares a los que ha acudido con su perro, los alfileres cubrirían buena parte de Europa. Incluso ha estado en América, pero la experiencia no le ha gustado nada. «Allí todo es muy diferente, los estándares [los cánones de belleza que rigen para cada especie] son completamente distintos a los de aquí, y yo reconozco que soy muy tradicional. Me gusta que los perros sean como tienen que ser, que pesen lo que tienen que pesar. ¿Qué son esos ejemplares diminutos de muchas especies que se ven ahora por ahí? Eso no es bueno para los animales», sentencia.

La sala egipcia

Pero dejemos de hablar de perros, aunque solo sea por un instante. «Tengo otras aficiones. Me gusta coleccionar libros y si los puedo tener firmados por su autor, mejor», confiesa este grovense. Además de «presumir de biblioteca», colecciona monedas y billetes. Y recuerda su pasión por la Historia del Arte, que lo asalta y lo apresa cuando menos se lo espera. Este año, por ejemplo, en la sala egipcia del Museo Británico. «Me quedé impresionado. Entre otras cosas, por el arrase que tuvieron que hacer allí. Se lo llevaron todo. No debieron dejar más que la arena», concluye.

«He visto a gente gastarse millones de pesetas en un perro porque había ganado un concurso. Eso es absurdo»