«La teoría del Colón pontevedrés carece de respaldo documental»

María Conde PONTEVEDRA/LA VOZ.

PONTEVEDRA

El historiador desvela las conclusiones de su investigación sobre la basílica de Santa María, mientras prepara otra sobre Pontevedra como etapa del Camino Portugués

08 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La historia es, como dice Juan Juega, «una asignatura inacabada» que jamás se agota, porque siempre hay nuevos puntos de vista desde los que abordarla. Pero este pontevedrés ha ido desgranando a lo largo de su vida profesional muchos de los secretos que encierra su ciudad, especialmente en lo que se refiere al antiguo esplendor de la cultura marítima en la capital del Lérez.

De hecho, el comercio marítimo en Galicia es ahora mismo su objeto de estudio en la tesis doctoral que está preparando, bajo la dirección de la doctora María del Carmen Saavedra Vázquez. Y solo hace una semana presentó el compendio de sus investigaciones sobre un monumento que califica como «único» en la Península por ser «fruto del trabajo de las gentes del mar», la basílica de Santa María.

Desde este rincón, Juega recuerda que la investigación recopilada en el libro partió de la restauración de la contraportada interior del templo en 2002, que permitió devolver a feligreses y ciudadanos la belleza de unos bajorrelieves emblemáticos, que simbolizan el gran espejo del hombre caminando por el mundo. Pero además, como subraya el historiador, «permitió conocer las dificultades a las que se tuvieron que enfrentar sus constructores, básicamente una incorrecta cimentación, que retrasó la finalización de las obras más de treinta años».

El profesor subraya que la remodelación estructural de la fachada principal de la basílica, que reforzó sus apoyaturas laterales (contrafuertes, torre de las campanas), así como la construcción en 1570 del coro alto, que ejerció de tensor, ocasiona también esa reforma de la contraportada interior. «La primera fase es contemporánea a la fachada principal -indica-, levantada por Cornelius de Holanda en torno a 1545. La segunda fase, dirigida por Mateo López, conlleva una remodelación de los relieves, sirviéndose de la información que proporcionó el bibliotecario de El Escorial, Ambrosio de Morales, que está considerado el primer estudioso de la obra de El Bosco, artista muy próximo a Felipe II. Sus juicios todavía están vigentes».

Influencia de El Bosco

Añade que De Morales «probablemente facilitó al círculo humanista local, liderado por el latinista Juan Guzmán, grabados del pintor holandés, en los que recogía el mito del Homo viator, la experiencia vital del hombre, tan próxima a la Devotio Moderna, expresada mediante el relato del Hijo Pródigo». «En la Pontevedra del siglo XVI estos temas eran muy apreciados y se superponían sobre la peregrinación a Compostela, como muestran los relieves de la fuente de A Ferrería, que aúna la simbología de Alciato con los bordones del peregrino».

Los autores de la segunda fase incluyeron también en los relieves dos representaciones de la villa de Pontevedra vista desde el puente de O Burgo, «las más antiguas que poseemos». «Es todo un presagio que la villa sea retratada por sus canteiros».

Juega se refiere a la investigación en Santa María como «arqueología en vertical», porque la intervención «se entendió como la lectura de un documento histórico». «El resultado creo que ha sido muy provechoso, además sirvió para congregar a diversos especialistas, que aportaron su particular visión, como arquitectos, arqueólogos, historiadores del arte...», comenta.

Inicio de las obras

Uno de los puntos de discusión entre los historiadores ha estado siempre en torno al inicio de las obras de la iglesia, cuyo margen se ha situado entre 1474 y 1510. En su libro sobre Santa María, Juega apunta como probable el comienzo en 1515. «Santa María es una iglesia gremial -señala- que depende de la buena marcha de las pesquerías de la cofradía do Corpo Santo (San Telmo). En ese año, el gremio alcanza un acuerdo con el señor de Portonovo, don Pedro Enríquez de Guzmán, que significa el sometimiento de dicho puerto a la cofradía pontevedresa, con lo que culmina un largo proceso para imponer su monopolio pesquero en toda la Ría. Esa situación no la encontramos en ningún otro caladero gallego. El señor de Portonovo ofrecerá a la obra de los mareantes la imagen titular, que lleva en su peana sus escudos de armas».

Y precisamente otra de las singularidades que hacen única la basílica es la ausencia de escudos nobiliarios, sustituidos por las placas de los hombres del cerco. Entre ellos figura el apellido Collón. Aunque este hecho nada signifique en relación con la teoría del Colón pontevedrés. «Esa teoría carece del más mínimo respaldo documental -afirma-. Autores modernos de gran prestigio, y además gallegos, ni siquiera se plantean esa posibilidad, como Felipe Fernández-Armesto».

Finiquitada su asignatura con Santa María, Juega Puig está ya inmerso en otra aventura, conformando un equipo que abordará el tema de Pontevedra como etapa del Camino Portugués. «Es una de las más fascinantes y atractivas de la historia de las peregrinaciones -señala- y también de la historia local. El proyecto se presentó ya al alcalde, que lo recibió con entusiasmo, por lo que esperamos que a final de verano podamos dar una grata sorpresa a los pontevedreses». Para él, los secretos de la ciudad «no son tales en un estudio histórico; si contamos con la documentación apropiada y los sabemos interpretar».