Simpática y amena representación con Nuria Espert

Leopoldo Centeno

PONTEVEDRA

23 sep 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Con la farsa conyugal a modo de comedia titulada Hay que purgar a Totó, del francés Georges Feydeau, la Obra Social de Caixanova ha levantado el telón de su auditorio de Pontevedra para dar paso a la programación de artes escénicas y musicales de la temporada 2008-2009.

La obra en sí no es algo descollante en el género, si bien tiene su gracia. En este caso, lo destacable es la categoría de su protagonista femenina: Nuria Espert, artista que atesora un extraordinario palmarés en otras facetas escénicas y que en la presente ocasión ha arriesgado al atreverse con un cambio de registro, impensable para sus seguidores. Todo un reto en su carrera profesional. Decir Nuria Espert es decir sinónimo de teatro, de la dignidad de las artes escénicas, por ello resulta sorprendente su giro hacia la comedia. Todo artista debe probar otros horizontes en el ramo para no encasillarse. Debe desarrollar los talentos que le han sido conferidos o adquiridos con su trabajo. Nuria cambió de registro y ya se pueden suponer el resultado. ¡Quien vale, vale!

En síntesis, la obra se desarrolla en el domicilio del fabricante de loza Sebastián Rebollo, un ignorante y engolado nuevo rico que ha invitado a comer en su casa a Cayetano Chitín, presidente de la comisión que ha de decidir la compra de una gran partida de orinales con destino a los soldados del ejército francés. Los deseos del fabricante que trata de vender su mercancía, se mezclan con los problemas domésticos: Julia, la esposa de Rebollo, le dice que su hijo Totó «ha ido al baño y no ha podido»; está estreñido y hay que darle un purgante, a lo cual se niega el caprichoso pequeño. Sin embargo, hay que purgar a Totó. Entre las visitas, los miembros de casa, los orinales y la purga, se arma un zafarrancho escatológico, a lo que hay que añadir la situación del invitado cornudo. Un argumento no muy fino, ni elegante, con un desarrollo previsible y reiterativo, que ha servido para divertir y entretener al público durante 80 minutos.

La liviandad de la obra ha sido superada y asumida por el espectador gracias a la interpretación de los siete actores que intervienen en la misma: Nuria Espert, como Julia Rebollo (la esposa maruja, con los rulos en la cabeza, la bata de casa, las medias caídas, el cubo de limpieza?), en un registro inédito en su carrera, papel que desarrolló con su característica soltura; Paco Lahoz, en el rol de Sebastián Rebollo (el marido y fabricante charlatán), un actor con apostura y buena dicción; completando el trío principal con Manuel Millán, en el papel de Cayetano Chitín (el funcionario e invitado de los Rebollo), que desarrolló su vena cómica entroncada en la ingenuidad; popular actor, muy conocido del público gallego como el padre Nicanor de la serie Pratos combinados y a nivel nacional como el padre Miguel de Aquí no hay quien viva. Por otro lado, Tomás Pozzi como Totó (el niño terrible, caprichoso y consentido de los Rebollo), un papel que desarrolló con desenvoltura y agilidad; amén de Ana Frau, como Rosa (la sirvienta, un tanto boba), en una actuación sin trascendencia, debido a su escaso papel; así como Carmen Arévalo y Manuel Aguilar, como señora Chitín y Horacio Troca (los amantes), de escasa intervención.

La dirección de la obra ha corrido a cargo del francés Georges Lavaudant, responsable también de la iluminación; efectuando la adaptación al español Luis Blat, encargado, asimismo, de la ayudantía de dirección. Todos han contribuido a una simpática y amena representación.