Un concierto culto y popular

Leopoldo Centeno

PONTEVEDRA

31 jul 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

pontevedra | En 1957, ofreció un concierto en el Teatro Malvar la Orquesta de Acordeones de la casa Hohner, de Alemania. Recordamos que entre otras páginas interpretó la Danza ritual del fuego, de De Falla, la Danza del sable de Khachaturian y La gran puerta de Kiev de Cuadros de una exposición de Mussorgski. Venían acompañados por un trío de armónicas de la Hohner y un gran solista de este instrumento. Por la originalidad, lo infrecuente de la formación, por sus arreglos y por la calidad de sus interpretaciones, a muchos melómanos les había impactado. Volvieron al año siguiente, con gran éxito y admiración en nuestra ciudad.

Pues bien, esta misma formación en aquella época también dio conciertos en Bilbao. Allí, el gran músico y compositor Josu Loroño, la escuchó arrobado y le sugirió la idea de crear una orquesta de estas características y una escuela de acordeón (instrumento popular y querido en todo el País Vasco y en general en toda la cornisa norte). Fruto de este sueño y producto de un concienzudo trabajo, años después (1963) nació la Orquesta Sinfónica de Acordeones de Bilbao que, en la actualidad y tras 20 años de intérprete solista de la misma, dirige su hija Amagoia Loroño y de la que también forma parte activa e importante su otro hijo Asier Loroño Mugarza.

Había que dotarla de un repertorio específico, aunque basado en transcripciones, y así lo han conseguido, en buena parte debido a los trabajos de Josu y de su hija Amagoia. Esta orquesta bilbaína acude a Galicia por décimo año consecutivo. De la mano de Caixanova, ofreció esta semana un nuevo concierto, dentro de la programación de verano, al que vamos a referirnos.

El efecto plástico de ver en escena a 21 acordeonistas, más dos percusionistas (uno de ellos también teclados), resultó sumamente grato. Basado en sus dos últimas grabaciones (una aún sin salir al mercado), el concierto respondió al título De Norte a Sur y de Este a Oeste, de donde se deduce que en él estaba reflejada buena parte de la música española. Música y músicos vascos y gallegos conformaron el primer bloque: Preludio del acto II de la zarzuela El caserío, de Jesús Guridi; el zortziko Maite, del donostiarra Pablo Sorozábal; la balada Negra sombra, de Xoán Montes, en una versión muy personal, amplia y marcada de cierto sinfonismo que fue muy aplaudida y que puso a la orquesta en pie; el pasodoble gallego Ponteareas del maestro Soutullo y Les toreadors de la ópera Carmen de Bizet, que cerró esta primera sección.

El segundo bloque estuvo dedicado a la zarzuela: Intermedio de La leyenda del beso de Soutullo y Vert, con su extensa introducción; la Ensalada madrileña de Don Manolito de Sorozábal; el Intermedio de Black el payaso, asimismo del maestro Sorozábal; el casticismo madrileño de Federico Chueca con su Agua, azucarillos y aguardiente y Los nardos del sainete Las Leandras, de Francisco Alonso, también con la orquesta en pie para corresponder a los aplausos.

El último bloque lo formaron dos páginas: el pasodoble Agüero, de José Franco, dedicado al torero Martín Agüero y el pasacalle de La calesera que supone la quintaesencia del estilo de su autor, Francisco Alonso. Concluido el programa, la Orquesta de Acordeones de Bilbao ofreció dos propinas: el célebre zortziko Maitetxu mía de Alonso que, pese a haber nacido en Granada donde se formó, supo esenciar el espíritu de la música vasca en este precioso tema y Bajo el cielo de París, un vals musette paradigma de la música parisina. En resumen: Un concierto que pese a las licencias, rubatos y ritardandos, ha resultado distendido, culto y popular a la vez, del que destacaríamos la singularidad de su visión sonora, su preparación y el virtuosismo de la mayoría de sus componentes. Refrescante para esta época del año.