Francisco Laguna se compró su primera guitarra en una juguetería. Le costó quinientas pesetas a principios de los 70 «y era más un juguete que una guitarra, pero con ella empecé a dar los primeros acordes». Con amigos comenzó a ensayar en el centro parroquial de su barrio madrileño. «Había un cura -cuenta- que era bastante rockero, con el pelo largo, algo atípico para aquellos años, que le encantaba la música y tenía otra guitarra eléctrica y la verdad es que nos dejaba los locales que tenía la iglesia y el centro cultural para tocar». ¿Nunca hubo problemas? «Ninguno, porque nadie se enfrentaba al cura». Pocos grupos, aclara el guitarrista, pueden presumir de una trayectoria como la de Obús. Por eso reniega de fenómenos musicales como el de Operación Triunfo. «Da una imagen equivocada de lo que es esto -señala-. Las cosas no se consiguen así de fácil, sino a base de mucho trabajo. Es un programa de televisión que ha funcionado muy bien, pero la realidad no es así. De ellos, quizá alguno se mantenga, pero sólo hasta que aparezcan los próximos concursantes. Generalmente, cuesta mucho trabajo mantenerte, como en nuestro caso. Estamos muy orgullosos de que después de veinte años podamos seguir tocando y que siga acudiendo gente a nuestros conciertos. Eso hay pocos que lo puedan decir. Tenemos otras actividades profesionales, pero le damos prioridad al grupo».