«En Pontevedra pasé el mejor mes de mi vida, rodando `Los guardamarinas''»

La Voz

PONTEVEDRA

MARÍA CONDE LA ENTREVISTA Pepe Rubio, actor que protagoniza hoy en el Pazo da Cultura «El Diario de Ana Frank» Pepe Rubio ostenta un récord casi imposible de igualar en los tiempos que corren: haber estado diecisiete años sobre el escenario de un teatro con la misma obra, «Enseñar a un sinvergüenza». Como él mismo reconoce, «aquello era un río de oro». Este veterano actor, con casi cincuenta años de carrera, conserva intacta la ilusión por actuar y asegura que querría ser más joven «para seguir viviendo más tiempo y poder disfrutar más del teatro». A Pontevedra regresa hoy, después de tres años, con la obra «El diario de Ana Frank», en la que ya había participado en el año 57 y con el mismo productor, José Tamayo.

05 mar 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

Pepe Rubio reconoce que le estremece interpretar en El diario de Ana Frank al señor Duseel, un dentista perseguido durante la ocupación nazi en Amsterdam, que se refugia en una buhardilla junto a la familia Frank. «Es una tragedia lo que le pasó a esta familia. Cuando salimos a escena, salgo estremecido de la vida que me espera. Los dos años y pico que viven en una buhardilla dan para todo: el llanto, la escena de amor, uno que roba la comida, suena una ambulancia, una sirena... Es una función bellísima». -Usted ya participó en el estreno de esta obra en España en 1957 y ahora vuelve a hacerlo con el productor de entonces, José Tamayo... -Sí, la primera vez que participé en la obra fue en el estreno en el Teatro Español de Madrid y yo hice entonces de Pedro, el adolescente. Y ahora hago del señor Duseel. Para mí ha sido muy hermoso hacer este Diario de Ana Frank, que es una joya del teatro. Volver ahora a hacer otro personaje con la obra que debuté con Tamayo me parece que es como un regalo. Es muy curioso. Piensas: `no puede ser que me esté pasando a mí''. Empezar con él haciendo este teatro de gran nivel, luego formar mi propia compañía y estar más de treinta años con comedias y vodeviles -diecisiete de ellos con Enseñar a un sinverguenza- y volver con este gran autor hace tres años para hacer el Crispín de Los intereses creados, luego El gran teatro del mundo, con la que hemos recorrido toda España y llegamos a actuar para el Papa, y ahora el Diario de Ana Frank. Me parece un lujo trabajar con él. Es más, desde que he vuelto con Tamayo, quisiera tener menos años para seguir viviendo. Quisiera poder seguir disfrutando más tiempo de esta persona tan grande que es José Tamayo y haciendo ese tipo de teatro. -Entonces, en eso de la retirada no piensa en absoluto... -¡Noooo!, va a hacer 50 años que estoy en esto. Y he tenido una vida muy rica. Aparte de batir todos los récords de la historia del teatro de España, con Enseñar a un sinvergüenza, hice más de cincuenta películas y varias series de televisión. La verdad es que he hecho de todo. Por cierto, dos ciudades gallegas -tengo que decir que yo soy un enamorado de Galicia-, Santiago y Pontevedra, son de las que mejor recuerdo guardo. En Pontevedra pasé el mejor mes de mi vida. -¿Cuándo fue eso? -Estuve viviendo treinta días en el Hotel Rías Baixas cuando rodé en Marín la película Los guardamarinas. Con el uniforme me sentía tan a gusto que iba vestido por la calle y todo. Me confundían con un guardamarina. Y en Santiago rodé La Casa de la Troya. Pasé otro mes y medio que fue la locura. Esas calles maravillosas... Tengo un gran cariño a estas ciudades y llevaba ya tres años sin venir. -¿Qué otros recuerdos guarda de su estancia en la ciudad? -Me acuerdo cuando venía a actuar en aquellas giras al Teatro Malvar. Creo que los actores que más giras hemos hecho somos Arturo Fernández, Pedro Osinaga y yo. Nos llamaban los tres mosqueteros... Y ahora vuelvo con toda la ilusión del mundo. ¡Que venga todo el mundo a vernos! Ya he reservado de nuevo mi habitación en el Hotel Rías Baixas y la verdad es que tengo muchas ganas de ver cómo está la ciudad. Por ejemplo, veo que Ourense está desconocido ¡Qué calles peatonales bellísimas!. En Galicia siempre me habeis recibido con los brazos abiertos.