El real espectáculo de España

REDACCIÓN PONTEVEDRA

PONTEVEDRA

El periodista Gonzalo González Vega explicó que la última visita de reyes al coso de San Roque fue en 1927 La cosa viene de atrás. Ya en el siglo IX los reyes utilizaban las corridas de toros para festejar acontecimientos reales. La tradición ha ido cabalgando de trono en trono y actualmente la infanta Elena es la aficionada número uno en la Casa Real.

07 ago 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

La afición por el toreo cabalga de padres a hijos en la familia real española. Ayer Gonzalo González Vega, periodista de TVE para la Casa Real, explicó que el Rey Don Juan Carlos prefiere las corridas en su versión más castiza. «A él lo que le gusta es estar en la barrera -dijo-, porque allí está el pueblo y los aficionados. En cambio, el palco es sólo para exponer a los reyes». Pero el rey no es el único que goza de tales aficiones. La entusiasta número uno de la Casa Real es la infanta Elena. «Es la que acude a más corridas. El príncipe sólo ha ido a cinco y la infanta Cristina a dos», explicó el periodista. Todavía queda en la memoria el recuerdo de la condesa de Barcelona, Doña María de las Mercedes, que era la más fanática entre los fanáticos. «En el 98 fue a más de 106 corridas. Se recorría todas las plazas, hasta la del último pueblo de Madrid. No le importaba dónde tuviera que ir o quién toreara». Una plaza centenaria Gonzalo González de Vega reconoció el caché taurino de Pontevedra en Galicia. «Pontevedra tiene una plaza centenaria y eso en una comunidad como ésta es muy significativo, porque no es una de las autonomías con mayor tradición taurina». Sin embargo, también es centenaria la ausencia de la corona en este ruedo. En 1927 fue la última vez que los reales tacones pisaron el coso pontevedrés. «Ese año vinieron a la ciudad Alfonso XIII y Victoria Eugenia a una corrida a beneficio de Cruz Roja, ya que Victoria Eugenia fue la fundadora de la Cruz Roja en España», dijo González de Vega. El caso es que han pasado ya muchos años desde que en la edad media las bodas reales se celebraban con corridas de toros en las que los caballeros mataban el toro a caballo. Y en las que los que hoy son toreros, no eran más que peones de brega que conducían al toro con la capea por la plaza.