Se le rompió la lealtad de tanto usarla

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE CIUDAD

Vázquez, este viernes en el pleno del Concello, antes de despedirse
Vázquez, este viernes en el pleno del Concello, antes de despedirse Agostiño Iglesias

05 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Creo que a la dimisión de Jesús Vázquez solo le pondría una pega: llega tarde. Sobre todo para su dignidad. Pero también para la de la ciudad. En realidad le añadiría otro defecto a la salida del exalcalde de Ourense: fue, como él, elegante. No digo que tuviera que irse entre palabrotas pero, qué estorbaba un exabrupto, un puñetazo en la mesa, un «os vais a vacilar a vuestra tía la del pueblo». Porque a Jesús Vázquez, con la lealtad, le pasó como a Rocío Jurado con el amor: se le rompió de tanto usarla.

A los que le decían ya antes de las municipales -coincidiendo con el fichaje, patrocinado por Baltar y avalado por Feijoo, del número dos de su lista, aquel empresario tan preocupado por Ourense que no se ha vuelto a saber nada de su compromiso público- que tenía que plantarse, el popular les respondía de corazón, defendiendo a siglas y a jefes. Coitado. Más de dos años y muchos disgustos le llevó darse cuenta de que lo que tenía que defender era la ciudad. O al menos a sí mismo.

Ahora, mientras sus enemigos íntimos ven su adiós como un logro, él puede estar tranquilo. Sí, tardó. Porque tenía que haberse negado ya en el pleno en el que eligió como alcalde a su gran azote. Pero con su decisión ha recordado que al contrario que muchos otros (de todos los partidos, también del suyo) tiene a donde volver. Para él la política fue una estación de paso mientras otros pelean para no tener que bajarse de ese tren. Además, confirma que no llegó a la vida pública para servirse (un pelín a su ego, eso sí) sino para servir: deja su silla en el Concello al tiempo que el sillón en el Senado.

Entre los suyos, hay quienes quieren minimizar la marcha, hacer como si no fuera importante, obviando que es un diagnóstico de lo que está pasando en Ourense. Y se quedan en el respeto y la suerte, que es lo que nos hace falta a los vecinos. Porque mientras la política sigue la ciudad continúa esperando, con algunos coletazos de gestión por parte del Partido Popular: paralizada, dormida, aburrida y un poquito harta. No ayudan los bostezos que genera el PSOE. Y sin querer desfondar a los partidos con menos representación -ahí está, trabajando muy bien, el BNG- todos sabemos que lo que necesita Ourense es una mayoría absoluta y que eso lo tienen más fácil (aunque ahora estén lejos) populares y socialistas. Para eso, claro, hace falta un líder. Miren a su alrededor. ¿Ven alguno? No lo creo. Primero porque hay pocos. Como dice un compañero, «todo é broza». En la política y en lo demás. Y segundo porque los que podrían serlo se esconden, con razón, mientras piensan que si la actividad pública es este vodevil de los últimos dos años ellos prefieren quedarse en casa, viendo comedias rodadas por profesionales.