14 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Parece ser que la tradición de San Martiño tiene muchas vertientes. Es costumbre que ese día los ourensanos suban a los montes cercanos a la ciudad de As Burgas para hacer hogueras y pasar un día en el que la comida, la bebida y la fiesta son las protagonistas. Parece ser también que es tradición, o por lo menos costumbre, que la mayor parte de quienes participan en estas actividades obvien el detalle fundamental de recoger antes de marcharse todos los desperdicios que dejan en el monte, no sé si pensando que San Martiño obrará el milagro de recogerlos en su lugar.

Otra cosa más está constatada de esta fecha. Pese a que cada 12 de noviembre se sucede la imagen de zonas como el parque botánico de Montealegre completamente lleno de basura, y con ella las críticas de todos por el incivismo de sus conciudadanos, nadie hace nada por evitar que doce meses después haya un nuevo, y sucio, post San Martiño.

Y es que más allá de apelar a la educación de quienes hacen las juergas y a su responsabilidad con el medio ambiente, esperando a que de repente todos se vuelvan limpios y ordenados y se acuerden de recoger la basura, se podrían tomar medidas algo más contundentes para poner freno a esta situación. Tampoco me vale culpar al alcalde de turno porque quienes estuvieron antes ya pasaron por la misma situación y no pusieron en marcha las medidas necesarias para cambiar las cosas.

No sé si la solución está en poner más contenedores, en aumentar la vigilancia o incluso en tirar por la vía de las sanciones. Lo que sí está claro es que el llamamiento a la educación no es suficiente para luchar contra una costumbre tan tristemente enraizada.