La artista Elena del Rivero quema parte de su obra en Ourense: «Desde la destrucción se puede crear»

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE

La autora valenciana afincada en Nueva York realizó su «performance» en una pequeña aldea de Bande

06 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo final es un comienzo. Esa es la idea en la que lleva profundizando la artista contemporánea Elena del Rivero (Valencia, 1949) desde el 2001, cuando los atentados del 11S afectaron a su casa en Nueva York y a buena parte de sus cuadros. El piso se llenó de humo, cenizas y restos del incendio al desplomarse la torre sur. Elena, que en el momento del ataque se encontraba en España, decidió convertir en un proyecto artístico todo el horror, el silencio y la aniquilación que se encontró al llegar a su ciudad, en la que reside desde 1991, y a su estudio. Así nació El archivo del polvo. «Intenté rescatar, reconstruir y hacer obra nueva a partir de la devastación de mis piezas, trabajando con el concepto de que desde la destrucción se puede crear. Fue un proceso catártico, pero creo que el acto creativo debe serlo», afirma.

En el 2021 terminó la exposición El archivo del polvo, que también está recogida en un libro catálogo, y empezó un nuevo proyecto. «Quería crear yo esa destrucción, en lugar de que viniese de fuera, para luego dar lugar a obra nueva», asegura. El resultado de tres años de documentación, de preparación y de trabajo es La quema, una performance de lo más arriesgada que este sábado la artista ha llevado a cabo en un lugar meticulosamente pensado por ella. Se trata de A Casa do Pozo, un espacio creativo impulsado por el curador Mateo Feijóo en la aldea de Vilar, en el municipio ourensano de Bande. El comisario de arte ourensano afincado en Madrid, que organiza y desarrolla la producción de diferentes montajes y exposiciones, ha convertido la casa de sus abuelos en un estudio y residencia artística. Allí, vecinos e invitados llegados de distintos puntos del mundo observaron atónitos este sábado cómo Elena del Rivero quemaba más de una decena de sus primeras obras, realizadas en los años setenta y ochenta. Un proceso que partió del polvo que se encontró en su estudio de Nueva York tras el 11S y que concluyó precisamente con sus cuadros convertidos también en cenizas. «Tuve muchísimos sentimientos encontrados. Soñé durante semanas que las obras se me caían encima, pero siento que es también un acto poético y si hay poesía siempre hay cenizas», confiesa la artista. «De alguna manera estoy destruyendo también la memoria de aquella época y es muy difícil, especialmente porque se corresponde con los primeros años de vida de mi hija», añade. Precisamente por eso, Elena consultó el proyecto con su primogénita, que voló desde París para acompañar a su madre en Bande este sábado. «Me apoyó en todo momento y de hecho está muy interesada en ver qué es lo que surge a continuación. De todo fin nace un comienzo y eso es lo que toca ahora: investigar y crear», apunta la valenciana. 

Decenas de personas participaron en la performance, que fue el punto final a varias semanas de preparación y montaje en las que Elena contó con la ayuda de la mayoría de vecinos de la pequeña aldea ourensana, quienes se involucraron al máximo en La Quema. «En este proyecto me he abocado al vacío y no habría sido posible sin el apoyo de Mateo Feijóo y de toda la gente de este pueblo, que se ha implicado de una forma tremenda», dice. La artista valora esa cálida acogida. «Ellos se han quedado asombrados con mi proyecto, pero yo he aprendido muchísimo de su sabiduría. Me han enseñado conocimientos de apicultura, de ganadería y hasta me han involucrado en una matanza. La Quema es también un homenaje a la memoria que se pierde y me parece que, de alguna manera, los vecinos guardan relación con eso, porque no dejan que desaparezcan tradiciones ancestrales como la propia matanza», cuenta.

Elena escogió Vilar por A Casa do Pozo de Mateo Feijóo pero acabó explayando la acción al pueblo entero. Colocó cuadros en pocilgas, graneros, en las viviendas de los vecinos y hasta en las calles. «Parece que estas obras hayan sido pintadas para estar en este lugar. Tienen alma de búsqueda, de encuentro, y quedan perfectas sobre paredes desconchadas por el paso del tiempo, que pueden contar muchas historias», dice. «En esta acción me ha influido muchísimo el libro Trilogía de sus fatigas de John Berger, que versa sobre el fin del campesinado y el comienzo de una nueva época. Para mí, la llegada de la inteligencia artificial supone también el final de una etapa para el arte contemporáneo. Incido en ella a través de la destrucción y de la reconstrucción», asegura Elena.

La jornada en Vilar fue completa e inmersiva. El público disfrutó de un concierto de los músicos Llorenç Barber y Montserrat Palacios. Seguidamente dos tractores recogieron las obras de Elena del Rivero y las llevaron al montículo de la quema. Allí todos los asistentes disfrutaron de una comida popular, que terminó con el incendio de los cuadros. «Un día convertido en una performance, que es un canto al pasado, representado en el rural», termina la artista.