Las historias de un camposanto

Marta Vázquez MATICES

OURENSE

02 nov 2022 . Actualizado a las 14:31 h.

Rendir homenaje a quienes ya no están es una costumbre que, cada 1 de noviembre, devuelve un poco de vida a los cementerios. Todos hemos perdido seres queridos y en estas fechas los camposantos son parada obligatoria para el recuerdo y las flores.

Habrá quienes piensen que visitar un lugar en el que reposan los muertos tiene un punto macabro, pero estos espacios atesoran miles de historias de hombres y mujeres que tuvieron vidas dispares y finales más o menos esperados. Lo pensé hace unos días, cuando acompañé a mis familiares a la tumba en la que reposan los que ya nos dejaron. Antes de marcharnos no me pude resistir a dar un paseo por los enterramientos, un fiel reflejo de la sociedad. Muchos de ellos sencillos, a pie de suelo, otros más fastuosos, elevados sobre el terreno. En la muerte, como en todo, siempre ha habido clases, pensé.

En uno de estos últimos, quizás el más elegante de todos los del recinto, había fotos de los difuntos y me llamó la atención la lápida de una joven fallecida en la década de los 50 en Nueva York. Pregunté por ella y me contaron que, tras su muerte, el cadáver había sido embalsamado y enviado en barco de vuelta a Galicia, para recibir sepultura en la tierra natal de sus padres. Los mayores aún recuerdan la historia de aquella familia que emigró al nuevo continente para buscar prosperidad, pero apenas hay vecinos que puedan rememorar al soldado muerto en 1936. Su lápida lo describe como falangista y cuenta que falleció a los 17 años, poco después del estallido de la Guerra Civil. Son tantas las historias que guardan, que merece la pena cuidar mucho mejor estos espacios.