Que la cuesta de enero era en septiembre ya lo sabíamos. Y que este año se presenta más cuesta que nunca, ya se encargan de recordárnoslo cada día. Entre la sequía, la guerra y la inflación, la vuelta al colegio parece que llega en el peor momento, aunque digamos que ya basta de vacaciones escolares. Cambio de ley, nuevos manuales. Y los padres, a apoquinar, como nos recuerda en La Voz el presidente de la federación de las AMPA de la enseñanza pública en Ourense. En algunas cosas se fue mejorando, como con los bancos de libros, pero de poco sirven para los cursos en los que entre en vigor la nueva ley. Y el paraíso de ratio escolar que provocó la pandemia con las clases desdobladas para guardar distancias y evitar infecciones de coronavirus también se acabó. Menos mal que parece que el curso comienza con un nivel bajo de incidencia. Pero veremos qué sucede cuando llegue el frío. Si pasamos de asarnos por falta de aire acondicionado en los centros a tener frío por no poder pagar la calefacción, aunque a eso ya se acostumbraron los pobres alumnos y profesores que tenían que estar en las aulas con las puertas y ventanas abiertas para ventilar. Pero, puestos a ahorrar, estaría bien que se planificase también los gastos que suponen para las familias los cambios legislativos que cada nuevo gobierno impulsa para dejar su huella en el sistema educativo. Aunque, al final, parece que lo único que consiguen es dejar más huella de carbono, al tener que imprimir nuevos manuales y libros de texto que se adapten a la ley. Eso sí, los estudiantes tendrán que leer en ellos cómo se recicla y se cuida el medio ambiente.