Siempre he pensado que cuando los políticos querían presentarnos el envejecimiento de Ourense como una oportunidad simplemente estaban intentando vendernos una moto más. Gajes del oficio. Sospechar siempre de todo lo que suene a mitin. Pero no hay como preguntar a quien sabe. La entrevista que publicamos al profesor universitario José María Faílde me abrió los ojos. No tanto como para que me crea las promesas de los políticos. Pero sí lo suficiente para darme cuenta de lo poco que tenemos en cuenta a nuestros viejos. Porque sí, los queremos mucho y pensamos en la mejor manera de cuidarlos (o no), pero a menudo somos condescendientes y nos olvidamos de que, no hace tanto tiempo, ellos eran nosotros. Disponían y se sentían autosuficientes, porque lo eran. Que ahora necesiten nuestra ayuda, incluso nuestras decisiones, no significa que tengamos que tratarlos como niños, aunque a veces se comporten como ellos.
¡Cuánto me va a costar hacerme vieja!