Dentro del laberinto

tareixa taboada OURENSE

OURENSE

MIGUEL VILLAR

La fotografía escenificada de Patricia Pettitt, en el espacio de Roberto Verino

22 nov 2021 . Actualizado a las 18:13 h.

A pesar de su breve trayectoria en el mundo de la fotografía el proyecto Hall of Mirrors de Patricia Pettitt ha sido considerado y premiado en distintos certámenes internacionales. Laberinto de espejos es el nombre de esta colección que con motivo del Outono fotográfico, la colaboración de IPCA y comisariada por Víctor Nieves, puede disfrutarse en el siempre acogedor y contemporáneo Espacio de Arte que Roberto Verino presenta para la promoción del arte.

Desde finales del siglo XX, la fotografía escenificada Staged Photography, se plantea como una narración documental de lo efímero, límite entre la realidad y la ficción con el poso surrealista de los afectos, miedos, soledades y frustraciones. Un ser humano alienado e inadaptado que se esfuerza por encajar en una realidad cada vez más artificial, urbana y global que nos empuja a crear espejismos para asumir una identidad dentro de una sociedad donde el culto a la apariencia y el deseo de pertenencia sofocan unas ansias de libertad ninguneadas por la soledad de lo correcto. Cabe citar dentro de los grandes protagonistas de la fotografía escenificada a Duane Michaels que reflexiona sobre las relaciones entre el carácter textual y el poder de la imagen en fórmulas teatralizadas y la gran Cindy Sherman que indaga sobre el estereotipo femenino en la cultura occidental, Jeff Wall o Gregory Crewdson en la ambigüedad de sus personajes y ambientes.

Como antecedente de esta fotografía escenificada o narración escenográfica fotodocumental podríamos citar el autorretrato con el que el visionario Hipólito Bayard, considerado uno de los padres de la fotografía, simulaba su propia muerte ahogado a través de una imagen impactante para reivindicar el valor de esta disciplina. Muchos son los artistas que utilizaron este recurso creativo, inspirado en los Tableaux Vivants, o pinturas vivientes, modo de entretenimiento característico del XIX que consistía en disfrazarse y posar como para una pintura y que fueron aludidos en películas como Nighwatching de Peter Greenaway o Viridiana de Buñuel, donde un grupo de mendigos representaba la Última cena de Leonardo. Dentro de esta corriente pictorialista cabe destacar la obra de Óscar Gustav Rejlander, J. Margaret Cameron o Henry Peach Robinson.

Ya en el siglo XX teóricos como Benjamin, Barthes o Kracaver acotaron e investigaron desde un punto de vista ontológico la factilidad del medio fotográfico.

Patricia Pettitt nos invita a atravesar su laberinto de espejos con un cuerpo de obra que gira en torno a la identidad femenina, siendo la propia autora quien, en ocasiones, habita su propia creación, siendo la modelo que articula el concepto referenciado, actriz inmersa en un escenario de pasiones e incertidumbres dentro de un mundo construido del que es protagonista con una trama modular que remite a la soledad y a la ausencia de los no lugares o lugares de tránsito. Espejo de los hoteles de Hopper, dilataciones espaciales con eventuales resonancias sociales, encuadres cinematográficos y ambientes saturados por una iluminación que seduce sobre la monotonía de una cotidianidad anónima y silenciosa de un mecanismo desprovisto de acción, donde el gesto atenuado y los objetos aludidos dibujan cierto grado de sugestión en el espectador convertido en voyeur, en el límite preciso entre el deseo y la apatía, entre la presencia y la ausencia.

Como fotografía performativa permite incorporar narrativas más subjetivas que se alejan de la realidad pero se mantienen conceptual y estéticamente en la imagen registrada. Las fotografías de Patricia Pettitt pertenecen a un tiempo detenido en el que se establecen relaciones dispersas entre el espacio que ocupan los personajes solitarios, femeninos, ajenos y su introspección psicológica con una protagonista casi siempre vuelta de espaldas al espectador que entre cables, cortinas, ventanas, animales disecados y ambientes saturados se esconde del peso aplastante de la más absoluta nimiedad contemporánea en la aparente suavidad estética de las imágenes en su elegante composición y distribución en el espacio.

Referentes cinematográficos

Lleva la marca inquietante de un mundo construido en la anonimia de la incomunicación, la soledad de lo artificiosamente creado y normalizado como una felicidad diseñada en cadena y en los gestos crispados y expresivos de las extremidades y en sus poses de bailarina invita en ciertas escenas al desasosiego de Hitchcock o Lynch como si se tratase de un elaborado guion visual. Así Patricia Pettitt recrea una nueva realidad, autónoma y falseada sobre una atmósfera verídica.