Aquella carta a los Reyes

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE

Jácome, durante el pleno celebrado en el Auditorio
Jácome, durante el pleno celebrado en el Auditorio Agostiño Iglesias

10 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Estaba especialmente emocionado con la Navidad del 2020. A pesar de que las circunstancias le habían obligado a reducir el número de personas con las que tenía previsto pasar las fiestas. Ya se había hecho a la idea de que no habría reuniones de los siete miembros de su familia y descartaba también sumar los otros siete, los de la familia política. Sin embargo, estaba contento. Quizás por eso puso más luces que nunca y los villancicos no salían de su cabeza. También decidió prepararle un buen recibimiento a los Reyes Magos. Decoró su mejor habitación con todo lujo de detalles para que Sus Majestades estuvieran a gusto. Quizás así serían más benévolos en relación a sus peticiones de este año. La carta la había escrito con mucha antelación. Le había dedicado mucho tiempo y sobre todo mucha atención. El mejor papel y la letra más pulcra. Hasta sintió un escalofrío al empezar: «Queridos Reyes Magos, este año solo os pido una cosa». Aguardó con paciencia, con los nervios propios de cada 5 de enero y la incertidumbre de no saber si sus deseos se cumplirían. Y finalmente, los Reyes no esperaron a que colocara el zapato bajo el árbol. Todavía era de día cuando desenvolvió su regalo, que llevaba papel de auto judicial: «Se decreta el sobreseimiento provisional de la causa abierta para investigar una denuncia sobre el presunto pago forzoso de donaciones en Democracia Ourensana». Aún sin cabalgata, Sus Majestades habían tenido en cuenta su carta. Incluida la posdata, en la que pedía algo de carbón para quienes habían sido sus amigos y sus socios.

Por si fuera poco, el encuentro que había organizado con los Reyes Magos fue todo un éxito, de organización y de crítica. Los niños salieron felices y los padres agradecidos, tanto a Melchor, Gaspar y Baltasar como a todos los pajes municipales (o no) que se encargaron de que todo saliera a la perfección y de que la magia de la Navidad hiciera su efecto. Hasta nevó.

Al día siguiente no le hizo falta mirar debajo del árbol, porque él ya tenía su regalo. Y estaba dispuesto a disfrutarlo como se disfruta la primera bici de los Reyes Magos: a toda velocidad y sin usar mucho los frenos.