Las primeras Navidades de Gonzalo Pérez Jácome como alcalde serán recordadas como las del belén zombi de Bispo Cesáreo. Entonces, el alcalde defendía en las televisiones nacionales la máxima de «que hablen de mí, aunque sea mal». En sus segundas Navidades al frente de la alcaldía no se repitió el fiasco del belén y, claro, Jácome no salió tanto en la tele. Sin embargo, a poco que se pregunte, queda claro que en esta ocasión los ourensanos han resultado bastante más satisfechos con el programa navideño diseñado por el Ayuntamiento. Es de justicia reconocer que fueron un éxito el autobús musical, la recepción de los Reyes Magos en el Auditorio o incluso la iluminación de las calles (pese al retraso en su instalación y encendido, especialmente en los barrios).
Jácome está eufórico porque estas fiestas le han salido redondas. Él mismo recibió un gran regalo, el archivo provisional de la causa judicial abierta por supuestas irregularidades en la gestión económica de su partido. Las acusaciones lanzadas contra el alcalde por ese motivo provocaron la ruptura de la coalición con el PP y ahora los populares están en una situación delicada. Jácome lo sabe y por eso ha vuelto a tirar la caña para ver si pican y vuelven a su gobierno.
Además, así sitúa a sus exsocios de nuevo en el foco de la atención política. No en vano, el PP es imprescindible en cualquier alternativa al actual microgobierno. Podrían reforzar a Jácome de nuevo o apoyar la moción de censura del PSOE, pero ni una cosa ni la otra, al menos por ahora. Habrá que esperar a las próximas Navidades, quizás.