Mi lotería

María Doallo Freire
María Doallo NO SÉ NADA

OURENSE

Ana Garcia

Mis amigos, tortillas del Alborada y muchas mascariñas navideñas me convierten en millonaria

24 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Nunca le he dado ninguna importancia al dinero. Dicen que eso pasa cuando no te falta. Desde luego tampoco me sobra, podéis estar seguros. El caso es que este año me planteé que podía tocarme la Lotería de Navidad. Lo pensé porque básicamente es la primera vez que compro algún que otro décimo y entonces, claro, la posibilidad existía. Me haría con una bonita casa, que no es poco. No tenía planes específicos para el resto del dinero. Invertirlo en mi familia y en mis amigos. Disfrutarlo en condiciones. Pero no me tocó ni un euro. Y eso que mi amiga Carla me convenció para coger el número de A Palleira. «Acaba en 20 y nosotras no salimos de aquí», argumentó. Todas las señales apuntaban hacia el Gordo y, al fin y al cabo, ella es la experta. Ni-un-euro, repito. Me fastidió considerablemente porque por un momento había confiado en que nos tocaría. No le di más vueltas y seguí trabajando. Al terminar teníamos quedada en el Alborada. Belén, Miguel e Isa nos habían preparado unas tortillas -hacen las mejores del mundo- como regalo de Navidad. Por el cariño y la compañía. Nosotros a cambio, brindamos con y por ellos con unas cuantas botellas de Viña Costeira. Sin descuidar las medidas de seguridad ni un momento. Entonces apareció Cris, mi mejor amiga, la que llevaba cuatro meses a 1.785 kilómetros. Y a mí los ojos me hicieron chiribitas y el corazón se me escapó del pecho. Además a Gus le tocaron 50 euros así que pagó él las bebidas. Más bueno no lo hay. Volvimos a brindar. Con la boca y la copa llenas, luciendo mascarillas navideñas y escuchando las anécdotas del viaje en coche desde Bruselas. Así acabó mi día de la lotería, conmigo siendo millonaria de amigos y de felicidad en una Navidad covid. A ellos, ¡gracias! A todos, que tengáis unas fiestas en las que gane el amor.