Poco antes de terminar el año 1928, un partido entre el Real Club Celta y el Real Unión de Irún sirvió para inaugurar el Estadio Municipal de Balaídos. Algunos de los aficionados más veteranos del cuadro celeste cuentan que se eligió entonces un terreno poblado de avellanos, junto al río Lagares, porque el número de socios se ampliaba año a año. El histórico recinto deportivo está hoy en plena metamorfosis para convertirse en un moderno coliseo del siglo XXI, ya con el apellido de Abanca por motivos presupuestarios. Es lo que tiene el balompié actual. Pero, antes de que se termine de convertirse en esa mariposa de aspecto metálico con planchas de gris plata, el césped olívico será otra vez un campo de sueños más modestos, los de cuatro equipos de Tercera División, agigantados para luchar por el ascenso.
Y dos de ellos son de los nuestros. El Ourense Club de Fútbol y el Centro de Deportes Barco. No podemos ocultar que el manto del covid-19 le restó brillo a muchas facetas de nuestra vida, pero toca levantarse y enfrentarnos con optimismo al futuro más inmediato. El deporte es idóneo para cruzar esa meta. Desde nuestra provincia apuntamos ya hacia Balaídos. Da igual que entre el público o que no lo haga. De hecho es mejor ser precavidos y cumplir con todas las normas de seguridad sanitaria. Y aún así, soñar. Creer fervientemente en que es posible y subirnos a dos naves con tripulaciones que saben bien a qué olas se enfrentan, porque así lo demostraron. Cierro los ojos y los veo, han pasado casi cien años y ahora nos toca el turno a nosotros. Serán días inolvidables, a pesar de todo.