Lecciones

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE

La praza Maior de Ourense prácticamente vacía
La praza Maior de Ourense prácticamente vacía Santi M. Amil

15 mar 2020 . Actualizado a las 11:57 h.

Me resultaría frívolo escribir de otra cosa que no fuera el coronavirus. Así que voy a centrarme en las lecciones que me está dando. Porque la globalidad de este virus ha hecho que afecte a todas las facetas de nuestra vida, de nuestro trabajo, de nuestra economía, de nuestra cultura y nuestra forma de ser.

Primera lección. Hay mucho imbécil. A punta pala.

Me refiero a los que saben más que los científicos, que los médicos y que las autoridades, como si tuvieran varios premios Nobel.

Me refiero a los que han comprado tanto papel higiénico como para agotarlo, quizá sin saber que en el hipotético caso de que se le acabase y no hubiese más en el mundo entero tendrían la opción -oh, cielos- de lavarse el culo.

Me refiero a los que el viernes por la noche, población de riesgo incluida, estaban en bares y cafeterías, porque les resultaba fundamental para la vida tomarse una caña o un café. Incluyo aquí a los adolescentes en grupo, bien juntitos, intercambiando babas al hablar y riéndose del coronavirus y, por supuesto, también a sus padres, que no los cogieron de la oreja (pasapacasa) en cuanto sugirieron irse a tomar un refresco.

Ups. Se me está acabando la columna con la primera lección. Así que resumo las siguientes: me gusta la sanidad que tenemos; me gusta darme cuenta de que los niños son más listos y sensatos que nosotros en muchas ocasiones; me gustan (ahora que están restringidos) los besos, abrazos y achuchones; me gusta ser periodista (aunque me enerve que cualquiera nos critique sin ni siquiera leernos) y me encanta que ni una alarma mundial sea capaz de quitarnos el humor.