Podría definirme como cinéfilo, desde aquellos ya lejanos tiempos en los que disfruté de niño de los autocines que proliferaban al otro lado del Atlántico. Los mismos en los que, aprovechando el clima templado -por no decir caluroso-, veíamos películas en pantallas gigantescas, mientras devorábamos palomitas en el automóvil de papá.
Años más tarde -y ya en la vieja Europa-, lo de ir al cine se complicó de modo notable y las palomitas van del microondas al salón de casa. Intento no perder la costumbre de disfrutar de las salas comerciales, pero a veces peco en casa, donde ganan terreno las plataformas digitales que me suministran eventos deportivos. Deformación profesional, que dirían algunos.
Sigo con el examen de conciencia y no puedo ocultar que en pleno asueto estival me tragué unos cuantos amistosos de madrugada, el inicio de la Premier League y las primeras diabluras de Joao Félix con la camisola rojiblanca: Tiene algo el chaval, llegue hasta donde llegue en el futuro más o menos próximo.
Y vale, es cierto que el maíz inflado tampoco es un alimento del que convenga abusar, pero no quería perderme al Arenteiro y me picaba cierto gusanillo por las ganas de volver a O Couto. Las palomitas están preparadas también para los resúmenes de la jornada gallega. Molará ver al vehemente Luisito visitándonos con el Fabril, desde O Carballiño a O Barco, pasando dos veces por la capital. El Compos sigue creciendo y será otro enemigo muy complicado. Y hasta el recién ascendido Arzúa plantea batalla. Es la Tercera División, para amantes del fútbol y para cinéfilos empedernidos.