1984: Talleres mecánicos convertidos en mataderos clandestinos

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Los riesgos de salubridad eran el peligro mayoritario que tenían los lugares en los que se llegaron a sacrificar reses

02 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«Desde que la Administración crease la anarquía, todo campa por sus respetos y el control se hace sumamente difícil». Es la opinión generalizada de quienes en la ciudad están responsabilizados del control de las carnes que consumen los ciudadanos cada día. Antes -precisan- toda la carne tenía que venir a través del matadero municipal, hoy puede repartirse a su margen. De ahí la picaresca surgida y los riesgos de salubridad que tal libertad conlleva, merced a los escasos escrúpulos de algunos que manipulan el producto». Estas circunstancias han degenerado en que surjan mataderos clandestinos, algunos asentados en talleres mecánicos, donde durante el día se reparan coches y por la noche se sacrifican reses. La nocturnidad y habilidad de los infractores tornan penosa y difícil la vigilancia y el control de los veterinarios municipales, tan «fichados» los tienen, quienes se dedican a este furtivismo que les resulta sencillo el camuflaje. El amplio anecdotario registra hasta «portazos en las narices», como relatan responsables de mantener la salubridad en los alimentos cárnicos, para garantizar el correcto consumo de los habitantes de la ciudad.

«Un día vamos a explotar todos», relataba angustiado uno de tales responsables a la vista del deterioro que se viene incrementando en este particular. Cada día llega a Ourense carne procedente de Calamo- cha (Teruel), Valencia, Reus y de las tres restantes provincias gallegas. A cualquier hora y sin posibilidad de control exhaustivo. «Como la industria y los grandes mataderos son los que mandan», se lamentaban también, imponen la ley del más fuerte y las dificultades se hacen prácticamente insalvables. «Estamos muchísimo peor que hace treinta años», relataron a este diario, «y los veterinarios estamos jugándonos continuamente el tipo, porque, en el momento en que pase algo, a la cárcel». Tal es el penoso panorama que contemplan, impotentes para remediarlo, si las situaciones no se modifican y los medios no aparecen con la celeridad que este factor de consumo requiere. El Ayuntamiento amagó deseos de tomarse en serio este ámbito de servicio ciudadano, pero las conclusiones de la comisión de Sanidad y Consumo apenas se llevan a la práctica. Se crean los entes y no se les dota de medios.