Un códice germinal y salvaje

Tareixa taboada OURENSE

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Santi M. Amil

Dos espléndidas series de grabados de Antón Lamazares se exponen en la galería de arte Marisa Marimón

17 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«No cesaré en el empeño hasta convertir el territorio en mi estatura», Carlos Oroza.

La galería de arte Marisa Marimón en colaboración con la galería La Caja Negra (Madrid) presenta las series de grabados Follas de sempre y Follente Bemil del artista de proyección internacional Antón Lamazares.

Mediante una técnica específica que se resuelve mediante la superposición de distintas estampaciones con múltiples capas de barniz en los distintos niveles del entramado de la imagen y planchas de gofrado, surgen estas series serigráficas que remiten al espacialismo muralista bifronte de las obras fósiles y colosales del creador.

El gofrado es un proceso que produce un relieve en el papel por efecto de la presión, el vocablo viene del verbo francés goufrer, repujar, y su origen consistió en estampar en seco sobre papel motivos en relieve o en hueco sin tinta para construir la imagen con los volúmenes producidos por la incidencia de la luz. Los primeros referentes se encuentran en la estampa japonesa con Harunobu, que introdujo el Nishiki-e o estampa de brocado. Además del papel la matriz es fundamental. Existen gofrados en relieve y en hueco.

Los altorrelieves de Lamazares tienen desniveles abruptos en sus picos, vértices, pozos y direccionalidad. El brutalismo ingrávido de Lamazares construye crestas, entalladuras grabadas con ácido, laderas perpendiculares, grandes zonas planas con textura, canales, torsiones, arrugas. El papel de alto gramaje y fibra larga reproduce los materiales plásticos no pictóricos y soportes tales como la madera o el cartón que Lamazares utiliza en su pintura y el cromatismo oxidado las calidades de terrosos y ocres que forman parte de la paleta del artista así como los acabados brillantes realizados con barnices. Austero, franciscano, telúrico, atlántico, reverbera sombras punzantes arrojadas, tanto como realza los perfiles en su ausencia con una línea de arista dura y trazo gestual, trémulas luces en semitonos artificiales, inmóviles. Yuxtaposición de materiales y sustancias que estructura en paisajes expansivos generando concreciones de energía ilimitada y vitalismo. Un aprovechamiento de las capacidades expresivas de la superficie de la obra por medio de elementos plásticos, garabatos y geometrías que construyen el hábitat orgánico de las serigrafías que componen Follas de sempre. Raza, emoción, barnices y empastes de pintura industrial que generan un magma pictórico de chorreos directos, salpicaduras, dripping y grattage con un lenguaje dramático y existencialista de caracteres sígnicos, un caligrama minimal plástico y poético heredero del Informalismo en sus cruces y superficies erosionadas, sedimentos que son instantes del cajón de la memoria en la realidad autónoma de la imagen.

Siluetas que se rompen en torno a un denso núcleo y formas biomórficas que fusionan proximidad y distancia en plano hacia una progresiva pérdida de la materia. Diagnosis de la alienación contemporánea, afilada carga psicológica en el análisis de la neurosis de una civilización apremiante y un desplazamiento de temas autobiográficos hacia interrogantes universales como tiempo, origen, memoria, territorio. Un paisaje de la imagen con las cicatrices de sus incisiones, apuñalamientos agresiones y curaciones que en sus sombras sin contorno geométricas y sintéticas remite a la serie de pinturas Domus Omnia y relacionan las superficies de cartón monocromático con el laberinto sígnico que compone a través de las letanías del Alfabeto Delfín, código que reconcilia el lenguaje poético con el plástico.

Es en la serie Follente Bemil cuando la carne se hace verbo transitivo. Serigrafías de contenido erótico explícito retuercen el deseo bajo el trazo gestual, informalista e infantil del Lamazares más canalla. Orgánico, visceral, físico, pretérito y ancestral vierte su magia propiciatoria como ritual sagrado con la ceniza de la fiebre y la mirada analítica de un niño que disecciona esquemáticamente mediante un trazo arabesco y grueso de pincelada aristada, enredada en perfiles que se expanden como abstracciones y emociones fluidas.

Reminiscencias al grafismo ingenuo de Klee y Dubuffet en las concreciones, entre expresionismo y abstracción. Tensión espasmódica, ímpetu fáustico y salvaje. Panteísta, orgiástico. El cuerpo reducido a extremo hipertrofiado y sexual. Anónimo. Elementos presentados desde un punto de vista tan próximo como interior. El límite físico como territorio y espacio. Las series expuestas evidencian el carisma del gigante Lamazares.