No me lo podía creer, estimado líder de Democracia Ourensana. Leí en La Voz tu afirmación de que «este alcalde le hace mucho más daño a Ourense que el anterior» que me obligaste a acudir a mi experiencia (¡vi ya tantas cosas en política!) para salir de la incredulidad. ¡Era verdad! Lo decías y lo remachabas añadiendo que Jesús Vázquez, el actual regidor de Ourense, del PP, es «muchísimo peor» que su antecesor Agustín Fernández, del PSOE. ¿Cómo puedes ser tan frágil de memoria? ¿Cómo puedes ser tan injusto? ¿Cómo puedes ser tan oportunista? ¿Cómo puedes ser tan interesado? ¿Cómo puedes mostrarte cómo un clásico de la mala política, esa en la que todo vale? ¿Cómo puedes exhibir esa obsesión por sentarte en el sillón al precio que sea aún a costa de quemar principios y trayectorias? ¿Cómo puedes hablar tanto y escuchar tan poco? ¿Cómo dejaste que te entrase el virus de la soberbia y la prepotencia que suele atacar a los políticos cuando se ven en el poder o en sus aledaños? ¿Cómo puedes reprobar a un alcalde que no lleva ocho meses en el cargo y que, defectos e ineptitudes aparte, si por algo se distingue es por su bonhomía y, fíjate lo que te digo, su honestidad? ¿Cómo puedes decir que este alcalde es peor que el anterior que tantas veces fue tildado como el peor de la democracia? ¿Ya olvidaste cuando el regidor del PSOE te llamó «gusano», «payaso», «alimaña» y «yihadista»? ¿Ya olvidaste que te acusó de «intereses bastardos» cuando denunciaste el caso Bedoya? ¿Ya olvidaste quien denunció que le vendiste, y cobraste, al Concello de Ourense del Partido Popular, altavoces que nunca se estrenaron? ¿Ya olvidaste que utilizó a la Policía Local para desalojarte del pleno por tildar a los ediles del PSOE (a los que ahora cortejas) de «cabezas huecas» e «ineptos»? ¿Ya olvidaste que hizo lo mismo con tu compañera de Democracia Ourensana por excederse unos minutos en una argumentación? ¿Ya olvidaste que la primera acción que hizo cuando llegó al gobierno fue enchufar a su hija? ¿Ya olvidaste que le endosó a las arcas públicas la factura de las aceras de su casa que tenía que pagar de su bolsillo? ¿Ya olvidaste que llegó a lomos de la Pokémon, esa operación en la que su antecesor está imputado por cohecho, prevaricación, tráfico de influencias, revelación de secretos y evasión de capitales? ¿Ya olvidaste que con él al frente, y presente, se pagaron con fondos públicos güisquis, gin tónics y mariachis? ¿Ya olvidaste que el Valedor do Pobo le tildó de «hostil y entorpecedor» por negarle información? ¿Ya olvidaste que no presentó ningún presupuesto en los últimos años? ¿Ya olvidaste?? Tanta flaqueza de memoria me lleva a pensar que cuando llegues a la alcaldía con el apoyo del PSOE más débil que recuerdo, también olvidarás que estás allí para solucionar los problemas de todos los ciudadanos y no para darte un gusto personal. Tan solo me resta recordarte, aunque bien sé que mis palabras caerán en terreno pedregoso, aquello de que «quien bien te quiere, te hará llorar» o lo que Pitágoras dijo 500 años antes de Cristo: «Son nuestros amigos los que nos señalan nuestras faltas, no los que nos adulan». De los segundos, me da la impresión de que estás excedente desde que 14.000 ourensanos depositaron en ti la confianza para que hicieses lo que habías hecho hasta ahora, ser su topo en ese nido de intereses que era, y es, la política oficial. De la Diputación de Ourense ya te descolgaste anunciando tu marcha y en el Concello estás dispuesto a lo mismo no sin antes venderte al diablo, si fuese menester, para alimentar tu ego de poder.
Ourense, capital de la reprobación
Decíamos ayer, y tenemos que reiterar en este día de San Valentín en el que al cronista le gustaría garabatear la más fina de las prosas, que Ourense era la capital de la reprobación. Tiene tal cosecha de reprobados, o similares, que no creo que haya provincia igual. La vieja Auria contabiliza a un presidente de Diputación reprobado en sesión plenaria por un asunto de faldas que se verá en sede judicial; a un alcalde de la capital reprobado por la mayoría de los representantes de los ciudadanos (¡vaya papelón el de Barquero, líder del PSOE, aliándose con quien fue azote socialista!); a un presidente de la Audiencia expedientado (¿o ya hay resolución y no se hizo pública?) por conductas constitutivas de posibles infracciones muy graves; a un presidente de la CEO vapuleado en el asalto a la Confederación Empresarial Gallega por uno de sus afiliados locales. Ejemplos todos de que la atmósfera local no está para escribir los párrafos más bellos este domingo y sí para lamentar que la sociedad ourensana haya perdido el valor del ejemplo que debía manar de los personajes públicos.