Es muy probable que sea necesario repetir las elecciones. Sin embargo, si finalmente existe acuerdo para formar Gobierno (o si, efectivamente, volvemos a las urnas y los que están ahora repiten), esta reflexión puede que sirva de algo. Los diputados que han salido elegidos por Ourense representan a la provincia, no a sus partidos. Es decir, que se deben a los ourensanos, no a los jefes políticos que los colocaron allí. Si sus partidos les expulsaran, nadie podría desalojarles de su escaño salvo ellos mismos.
Quiero decir con esto que los nuevos representantes de la provincia en las Cortes deben tener claro para quien trabajan y deben demostrarlo en su día a día. Todos dicen lo mismo: «Yo solo me debo a los ourensanos». Pero lo cierto es que no logro recordar cuándo fue la última vez que un diputado o un senador por Ourense rompió la disciplina de voto de su partido porque esta implicaría tomar una decisión en contra de los verdaderos intereses de los ourensanos. Si dicen que en sus cuatro, ocho o doce años de parlamentario (algunos incluso más) siempre estuvieron de acuerdo con sus partidos, mienten; es que no se atrevieron a disentir. O es cierto y simplemente son meros autómatas que carecen de criterio propio, lo cual sería aún más preocupante.
Dicen que en España no hay, como en otros países, tradición de dar libertad de voto a los diputados. Pues ya es hora de que Ourense tenga representantes valientes, que sean capaces de afrontar la discrepancia con naturalidad y que no se olviden de quiénes son sus verdaderos jefes: todos los ourensanos.