os pachistas han perdido la partida de las generales, con jugadores fuera del tablero que están ya ansiosos de revancha. Pero de lo que se va a hablar a partir de ahora, más que de la partida, es del partido. Abstrayéndonos de los nombres propios (que ese es otro debate, ¡vaya debate!) lo cierto es que el eje Madrid-Santiago se ha llevado esta mano gracias a una maniobra tan vieja como simple: en mi casa se juega así. Porque después de movilizar a las bases y convocar a los militantes para que decidieran quién formaría parte de las listas al Congreso y el Senado la dirección federal les enmienda la plana ?que no digo yo que no pueda, que no digo yo que no deba? y coloca sus peones.
El tema que ahora queda sobre la mesa es cuál es y, sobre todo, cuál debería ser, el papel de los militantes del PSOE en Ourense. Pedro Sánchez ya mandó recado ayer, aunque no fuera estrictamente pensando en esta esquinita del mundo: «El PSOE no es patrimonio exclusivo de los militantes». El que quiera entender, que entienda. Y que vea si le compensa.
No deja de tener gracia que sea aquí, en Ourense, donde los socialistas se acusen ahora de colocar a dedo. Aquí, en la provincia donde ellos mismos cargaron durante años contra la política digital ?y no entiendan electrónica? del ex presidente del PP y de la Diputación. Si no fuera tan triste y no estuviera tanto en juego (el futuro de los ourensanos y esas cosas) hay que reconocer que la situación movería a la hilaridad.