El PP afronta su congreso entre la división y la reconciliación

Miguel Ascón Belver
miguel ascón OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Los dos bandos que afloraron en el 2010 se mantienen distantes

03 feb 2013 . Actualizado a las 07:25 h.

Una semana en política es una eternidad y, sin embargo, pocas cosas han cambiado en el PP ourensano desde que José Manuel Baltar relevase a su padre en la presidencia provincial de la organización. Aquel 30 de enero del 2010 afloró una profunda división en el partido y los dos bandos que se disputaron el liderazgo siguen aún ahora recelando los unos de los otros. Esta circunstancia dibuja un complejo escenario de cara al congreso en el que Baltar debería revalidar su cargo.

Tras hacerse con el poder, el heredero pasó factura a sus rivales, negó cualquier posibilidad de integración y excluyó al delegado de la Xunta, Rogelio Martínez, de su ejecutiva pese a que ese cargo es miembro nato en el resto de las provincias. Por poner un ejemplo, su primera propuesta fue convocar primarias para elegir al aspirante a la alcaldía de la capital. Desde el primer día le movió la silla al entonces portavoz municipal, Enrique Poly Nóvoa, y acabó imponiendo a Rosendo Fernández como candidato en el 2011. Alberto Núñez Feijoo -que en el año 2010 avaló la candidatura alternativa a Baltar- respondió manteniendo a Martínez en el cargo contra viento y marea y llevándose a Poly al Parlamento gallego.

Pese a todo, el presidente del PPdeG y el del PP ourensano alcanzaron un punto de equilibrio y firmaron un pacto de no agresión que, precisamente, se visualizó en la elaboración de la candidatura popular por la provincia para las autonómicas de octubre. Feijoo diseñó la lista a placer y concedió a Baltar puestos secundarios para garantizar el retiro del exalcalde de Celanova, Antonio Mouriño y el sustento de exvicepresidente de la Diputación, Moisés Blanco. Su padre siempre imponía sin discusión al número uno, pero lo máximo que consiguió su sucesor fue situar a Miguel Santalices en el tercer lugar de la candidatura. «Esa capacidade de influencia eu creo que hoxe en día o único que a ten é o propio presidente Feijoo», admitía Baltar Blanco en la última entrevista que concedió a La Voz.

Ese espíritu de diálogo hacía prever que el congreso que en marzo celebrará el PP ourensano propiciaría una reelección plácida y serviría, probablemente, para reconciliar a las dos familias populares. Sin embargo, la tormenta que se ha desatado con el proceso judicial abierto contra José Luis Baltar parece haber tensado de nuevo al partido. El patriarca ha abandonado su militancia para evitar que lo echaran y el hijo aprovechó una visita a Santiago para acusar a Feijoo de incumplir la Constitución por no compartir los tributos con las diputaciones. Del otro lado, el presidente del PPdeG ha sido muy tibio en sus declaraciones públicas sobre la investigación al exbarón. Se limitó desear «que a xustiza actúe e cadaquén dea as explicacións que considere convintes».

Feijoo dio un paso más en el congreso que el PPdeG celebró en Lugo los días 19 y 20 de enero. Una modificación en los estatutos puso en marcha la integración que Baltar Blanco llevaba tres años negando. Garantizó que los miembros de la ejecutiva gallega lo sean también de sus respectivas ejecutivas provinciales. Ese órgano de dirección, que hasta ahora en Ourense era 100 % baltarista, incluye ya a políticos tan fieles a Feijoo como Jiménez Morán, Rodríguez Miranda o Carmen Pardo.

Así las cosas, el congreso provincial del PP del próximo 16 de marzo se presenta en un escenario de gran incertidumbre. Quedan seis semanas y eso, en política, es una eternidad para ver hasta qué punto se tuercen o no los planes iniciales de reconciliación.