l pasado mes de noviembre las empresas de la provincia echaron al paro a 1.832 personas como quien arroja residuos susceptibles de ser reciclados, aunque sea difícil por culpa de la maldita crisis. El plus de resistencia es a veces titánico y de este mal endémico no se libran ni grandes ni pequeños. En días pasados manejamos algunos ejemplos: Adolfo Domínguez tiene problemas para pagar la extraordinaria de Navidad y Mecanizados Rodríguez Fernández deja por el camino a 30 empleados. Son, lo sé, ejemplos aislados a los que se suman otros con menor eco mediático pero igualmente dramáticos. Sin embargo, conviene referir ejemplos que evidencian un componente positivo. «Fíjate en los empleados, están felices y les hemos implicado en la marcha de la empresa y ya somos más de 400», decía el pasado viernes el director de CIE Galfor, Javier Currás, en el momento en el que se anunciaban siete millones de euros de inversión en la planta de cigüeñales de Sam Cibrao. «A muchos jóvenes en Ourense no le va a quedar otra que emprender y luchar», subrayaba ayer José Manuel Regueiro, uno de los premiados por el Círculo de Jóvenes Empresarios de Ourense. No sé si dos ejemplos positivos y dos negativos sostienen el fiel de la balanza, pero reflejan el contraste de una provincia zarandeada. Lo único que la puede sostener en pie es el arrojo de los que empujan, sobre todo jóvenes que desde Ourense siguen apostando sin necesidad de salir en Españoles en el Mundo.