Bien es verdad que podía llamarse a la pasada, la semana de la calidad. Se celebró en Ourense el Día Mundial de la Calidad en el cual se premiaron las excelencias de varias empresas gallegas. Como calidad hubo al día siguiente en otra entrega de premios, los que llevan por divisa el término Ourensanía, y que reconocen la labor de lo más granado de la provincia en distintos sectores. Con ser significativo el término de calidad, me parece que el de transparencia también se ganó a pulso su protagonismo. Y lo digo porque el alcalde de Ourense, en un discurso que le honra, le dijo al San Martiño eso de que «é tempo de indignarse a favor da transparencia e contra os corruptos». Como el regidor no es un hombre que haga de su fe apostólica y romana bandera, es de suponer que la afirmación haya sido más un recurso dialéctico que un convencimiento personal y del gobierno que dirige. Porque si es verdad que hay que indignarse a favor de la transparencia, ¿por qué el la niega cuando un grupo municipal se la pide para que explique en qué gasta el dinero público? ¿A que viene, en el 2011, decir que la transparencia colapsa el Concello cuando la informatización permite ver en un segundo los proveedores de la institución? Somos modernos para pedir perdón en el Facebook pero seguimos con los manguitos a la hora de explicar en qué gasta el dinero de los impuestos de los ourensanos. Buenas palabras sobre la transparencia, sí pero la práctica obviaría la retórica de las palabras.