n paisaje casi lunar queda en algunos lugares de la provincia tras la estela de las llamas. El drama de las hectáreas calcinadas no dejará florecer los pastos, pero sí la penuria de los ourensanos que en el rural todavía encontraban su forma de vida. Algunos concellos de A Limia pedirán que la zona sea declarada catastrófica. Los hace meses secos pastos se han convertido ahora en negativos sin color a los que se impide la entrada de los animales para su alimentación. Los ganaderos, los que quedan, dicen no recordar ningún tiempo peor y muchos de ellos, quizás ya en edad de descansar, dejarán la labor por el sobreesfuerzo que supondrá empezar de nuevo, con dinero que no se tiene. Al igual que el Concello de Xinzo, es ahora el momento de alzarse. Sí hay que pedir, sí hay que exigir responsabilidades y sí hay que levantarse. Una oenegé urgía ayer a los ciudadanos, con nombres y apellidos, que se convirtieran en vigilantes. Porque el incendiario que se denuncia es un terrorista menos. Porque el incendiario que se señala es el futuro de una comarca. Y así ha sido. Maceda, Manzaneda, Montederramo Parada de Sil, Lobios, Xinzo, Baltar, Sarreaus, A Teixeira y un largo número de concellos (casi los 92 de la provincia) son hoy mucho más pobres que hace un mes. El futuro ya no es negro. Negro es el presente. «Esto está arrasado», comentaba ayer uno de los ganaderos mientras parecía esperar alguna respuesta, solución. Es el momento de distinguir a los que sirven al pueblo de los que se sirven.