Una campaña al revés

OURENSE

09 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Por docenas se cuentan los actos electorales programados cada día por los partidos en la provincia. Los líderes se multiplican para estar en el día en distintos concellos y, dentro de éstos, en diferentes parroquias o barriadas. Convierten las municipales en una carrera contrarreloj en lugar de en la final de un maratón. El ciudadano, más maduro de lo que los políticos creen (un 21,5% de españoles cree, según el CIS, que el principal problema es la clase política), no mueve su voto por un pincho de tortilla, un apretón de manos o una soflama dialéctica. En unas municipales sabe distinguir la paja del trigo y elegir al vecino que considera más idóneo para gobernar la casa de todos que eso es, y no otra cosa, el ayuntamiento. A pesar de esta evidencia, los partidos siguen, a piñón fijo, con las mismas prácticas, y parecidas técnicas, a las de los albores de la democracia. Ni la situación de crisis les hizo reflexionar sobre la necesidad de enviar un mensaje de austeridad. El despliegue es similar al del 2007 cuando las autoridades pintaban este país como el de Jauja. Ahora que ya no lo es, ahí están los 28.000 parados de Ourense, las prácticas son semejantes sin que los políticos sitúen las campañas en el 2011 y no en 1980. Estoy seguro que el ciudadano aplaudiría que hubiese menos intensidad en los últimos 15 días de legislatura y más productividad, con criterios colectivos, en los restantes 1.445. En una palabra, que se plantearan hacer una campaña al revés.