El Dépor paga su conformismo

Rubén Ventureira A CORUÑA/LA VOZ.

OURENSE

19 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La táctica de la cuenta atrás es muy traicionera. Que se lo digan al Dépor, que ayer la aplicó a conciencia. Tras un primer tercio primoroso, reculó y dejó hacer al Sporting, que acabó anotando en su única ocasión clara del partido.

El Dépor presentó la alineación menos lotinesca que se recuerda. Los aficionados se miraron extrañados en la grada cuando la escucharon por la megafonía. No por los cambios respecto al Calderón, sino por la presencia de Valerón y Juan Domínguez en el once. El canario y el gallego se colocaron, junto a Guardado, por detrás de Adrián, con Valerón algo más adelantado. El rombo lo completaba por detrás Rubén. El equipo coruñés salió a morder, para impedir que el Sporting se sintiese como en casa, como ocurrió en otras tardes en Riazor. Apenas pudo salir de su parcelita el equipo gijonés, empujado por un intenso Dépor, con Rubén Pérez a lo Mauro Silva y Valerón a lo Valerón. Un Dépor que no paró hasta que marcó. Lo consiguió a la salida de un córner. Un desviadísimo disparo de Rubén desde la frontal le cayó en su costado de siempre a Colotto. El argentino se hizo hueco ante un zaguero y disparó duro, demasiado para Juan Pablo, que la dejó a los pies de Aythami, quien se llevó la gloria del gol (min 12). El tercer central, Lopo, también apareció por allí para hacer bulto y restar visibilidad al meta.

Al Sporting no le quedó otra que destaparse. El Dépor no se opuso a ello, y aprovechó para lanzar contras. Esta vez sí tenía peloteros que las guiasen. Como Valerón, que oteó una rendija en el área a la que llegó Adrián para disparar desviado (min 21). Hubo conexión de talentos y el canario mezcló bien con Domínguez: estos arquitectos armaron una jugada que acabó con un remate violento de Guardado que despejó Juan Pablo (min 23). La clase de Valerón se volvió a desparramar para dejar solo ante el portero, y con todo el tiempo del mundo, a Adrián, quien remató al cuerpo del meta (min 26). Ahí acabaron los que han sido los mejores minutos del Dépor en la temporada.

A Lotina se le rompió el esquema al abandonar Guardado a la media hora. Por el mexicano, que tiene algo más que un gafe muscular, entró Juan Rodríguez, lo que vino bien para tapar la banda izquierda local, por donde el Sporting estaba generando su mayor peligro. Pero, por otra parte, el equipo de Lotina perdió salida rápida de balón. El Sporting asumió el mando, que no abandonó ya más, pero la defensa deportivista limitó el peligro a disparos lejanos y a centros que se diluyeron en el área. En una de esas jugadas, Barral reclamó penalti por un empujón (min 33).

El segundo acto estuvo teñido de rojiblanco. El Sporting monopolizó la pelota y fue encerrando al Dépor poco a poco. El equipo coruñés se replegó cosiendo los pivotes a los centrales y fue aguantando sin apuros. De cuando en cuando salía con elegancia al ataque, con contras conducidas por Valerón y Domínguez, que fabricaron una jugada que acabó con un envío al área del gallego que no halló rematador. Fue el único «huy» del equipo coruñés en la segunda mitad.

Tampoco el Sporting, ya con tres delanteros, inquietaba. Un monólogo sin palabras, sin ocasiones. Hasta el final. Primero lanzó Rivera a las cercanías de la escuadra (min 84) y después apareció Lora para para ponerle a Rindaroy un sombrero y un pase a Diego Castro, que la clavó en la red (min 88). El Dépor pagó así el peaje del conformismo.