La espada de Damocles cayó sobre el BNG. Hace tres meses, el partido estuvo a punto de elegir candidato del 2011 a la alcaldía a una persona sobre la que pendía la acusación de la fiscalía (que representa a todos) de un supuesto delito de falsedad y prevaricación. Tan sólo cuatro votos impidieron que el Bloque se encontrase hoy en los periódicos titulares de este cariz: «El aspirante del BNG a la alcaldía de Ourense imputado en.... ». La contumacia en defender opciones personales por encima de los intereses de unas siglas asentadas, como símbolo de decencia, en buena parte de la ciudadanía, trae como consecuencia el sonrojo nacionalista de hoy. Era evidente que unos dirigentes del BNG habían decidido adjudicar durante 40 años un contrato de explotación de paneles publicitarios en la vía pública, sin concurso y sin publicidad, a una empresa sin experiencia constituída para ese fin. La imputación del juez no viene sino a refrendar la gran chapuza, no del BNG, y sí de tres de sus cualificados dirigentes. En el Concello de Ourense hoy no pueden echar bombas de palenque. La segunda autoridad de la tercera ciudad de Galicia está imputada en supuestos delitos de prevaricación, falsedad documental, cohecho y tráfico de influencias por, dice el juez, obrar «con la intención de participar en los beneficios que se obtuviesen» de la explotación de los paneles. ¿Con qué fuerza moral puede dirigir la ciudad en ausencia del alcalde? ¿Hasta cuando tendrá la venda el regidor socialista? ¿Vale todo por mantenerse en el poder? ¿Está feliz el alcalde Paco Rodríguez teniendo de mano derecha a un político con esas imputaciones sobre su cabeza los próximos meses? ¿Le ilusiona que a un director general imputado le sustituya otro director general que en el proceso de primarias del BNG no dudó en avalar al líder hoy en solfa? El alcalde de Ourense ya no puede practicar más la política del avestruz. Le llegó la hora de demostrar que no es un rehén de imputados y sí el líder que Ourense necesita para el futuro.