La cultura es cosa de mayores

OURENSE

El alto índice de edad en los actos culturales ourensanos plantea la necesidad de nuevas fórmulas para seducir a la juventud

29 mar 2009 . Actualizado a las 03:00 h.

Su fama le precede. El elenco de artistas oriundos la sitúa en los libros de historia de Galicia. Escrita o plástica, la cultura de Ourense fue bandera de una tierra, hoy, ensombrecida por factores socioeconómicos. Un pedigrí cultural forjado a base de apellidos que forman parte del pasado y que hoy ya no congregan a la juventud, más que en las aulas en las que por imposición del programa docente, conviven a la fuerza. Una situación que se visualiza al presenciar cíclicamente el elevado índice de edad que impera en los actos culturales de la capital. Una realidad que se podría justificar, al analizar las estadísticas generales de esta región -referidas a la edad- pero que no se sostiene al atender a la respuesta que aportan los jóvenes ante el fenómeno botellón.

Se trata de una realidad que, evidentemente, casa con la edad de quienes lo practican, pero que no justifica la única dirección adoptada por la juventud local. Una adolescencia más cómoda por el momento de bienestar que les ha tocado vivir y que no pasa ni de cerca-a no ser que sea estando de vinos- por el Museo Municipal, como tampoco se plantea subir la cuesta que asciende al Auditorio Municipal o desconoce cuantas salas de arte alberga el céntrico, cómodo y gratuito, edificio Simeón.

Centro culturales que anualmente destinan dinero y oportunidades a veteranos y nóveles talentos artísticos, pero sin más gancho que el botellódromo que reina durante las noches del fin de semana en la discoteca Capital.

Menos cantidad, más calidad

Es mucho y muy respetable todo el trabajo que hay detrás de cada uno de los actos que se celebran en Ourense pero que siendo realistas, no consiguen atraer a la juventud. Una situación que varia cuando el nombre artístico está consagrado, algo que se pudo constatar con actuaciones como las de Leo Bassi, Els Joglars, Marlango, M-Clan, Hamlet o la instauración de un festival de música urbano como el FAX, provocando que se agoten las entradas al conseguir captar el interés, y lo que es más importante, la cartera del público.