DE REOJO | O |

30 ene 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

HAY CHICOS listos. Los sigue habiendo. Los sigue habiendo aunque, a veces, pensemos en una litrona cuando nos hablan de la juventud. Hay chavales con cabeza. Los sigue habiendo. Los sigue habiendo aunque hagan más ruido los que -esos sí, de verdad de la buena- son unos descerebrados. Con el tópico extendido como si fuera una manta bajo la que esconderse pensamos que los más jóvenes sólo piensan en el botellón. «Salir, beber, el rollo de siempre, meterme mil rayas, hablar con la gente», en versión Extremoduro. Pero no: hay jóvenes a los que supongo que también les gusta salir pero que son unos hachas con las matemáticas. Hay jóvenes que tienen anotada la palabra fiesta en todos los jueves del calendario pero que están calentando los motores científicos del futuro. Hay jóvenes que colaboran como voluntarios, que regalan algo que no tiene precio, el tiempo de los veinte años. Hay jóvenes que son auténtico virtuosos de la música y que se arriman a sus instrumentos todos los días sin necesidad de tocar heavy. Sin necesidad de tocar la gaita. Y todo esto lo hay también en Ourense. A un paso. A la distancia de una mirada. A algunos de los que forman parte de esta lista podríamos encontrarlos los sábados, en la Alameda, burlando los precios del whisky y el vodka con una botella de plástico. Es probable. No creo que sea malo. Las neuronas que queden entre las bolsas de plástico dejarán espacio a otras con mucho trabajo el resto de la semana. Al fin y al cabo hay futuro aunque a veces nos empeñemos en enterrarlo bajo las críticas y los topicazos.