Tallar con hacha

JERÓNIMO MARTEL

OURENSE

EL ARTE EN OURENSE | O |

28 feb 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

EN la planta baja y calle adjunta del Centro Cultural de la Diputación se exponen las Esculturas de Álvaro de la Vega , hasta el día 13 de marzo. Álvaro de la Vega (Paradela, Lugo, 1954), antiguo pintor y dibujante, se ha decantado definitivamente -desde los años 90-, en la escultura, figurativa y sobre madera o hierro. Esta etapa artística la inició en sus exposiciones individuales de escultura en la Casa de Galicia de Madrid (1995) y el Palacio de Congresos y Exposiciones madrileño (1998). La actual exposición contiene sobre todo obras talladas en madera: angelitos o amorcillos -en italiano, los famosos putti renacentistas-, que portan las alas en sus manos; brazos gigantescos, que recuerdan los restos de la estatua colosal marmórea de Marte expuestos en el Atrio del Palazzo dei Conservatori de los Museos Capitolinos de Roma; estatuas humanas de cuerpo entero, que miran a las paredes con intención reflexiva; una estatua de mujer policromada suavemente en gris, y, en fin, otras estatuas, de caballos. Y se añaden a este conjunto, en plena calle, dos estatuas de hierro, de un hombre y un caballo. Álvaro de la Vega esculpe la madera tallándola directamente con hacha. Por eso, subraya el crítico X. Ron en él como algo característico y por supuesto positivo «la falta de acabado de las piezas y la visibilidad de sus periodos de construcción (hendiduras, ensamblajes, tensores, colas de milano)» . Ese tipo de talla de la madera lo había ya consagrado -en Atlántica 83- Francisco Leiro, quien lo continúa aún, desde Nueva York: por ejemplo, en su exposición del 2002 en el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC) y en la última edición de Arco. En cuanto a sus esculturas de hierro, Álvaro de la Vega cultiva asimismo lo que el crítico J.A. Gaya Nuño ha llamado en relación a Rodin «desprecio para con el terminado, para con la presentación, para con el limado de lo que hiciera con toda el alma» (se entiende, con la conocida excepción de El Beso ). El pensador de Rodin (1888), sedente, tiene por eso un evidente paralelismo con la escultura en hierro erguida y sin título que nos muestra hoy Álvaro de la Vega. Rodin decía con fuerza: «una cosa sólo puede ser bella si es cierta».