EN LAS AULAS | O |
03 abr 2003 . Actualizado a las 07:00 h.YO PECADOR me confieso. De no practicar la crítica con imparcialidad. De ver la paja en ojo ajeno y la viga también. De ser inmisericorde con los alejados y permisivo con los allegados. De autocensurarme cobarde y puerilmente. De no tener valentía para pontificar sin reservas desde este púlpito mediático. Aunque disgustase a los propios. A pesar de regocijar a los extraños. De verdad, entono el mea culpa y solicito penitencia.Porque, con certeza, me gustaría tener otra hechura moral. Atreverme a escribir sin cortapisas ni disciplinas autoimpuestas. Decir educadamente lo que pienso sin temor a las repercusiones potenciales. Pero no doy la talla. Soy débil y pusilánime. Cual cordero a degollar en su propio silencio.Por eso hoy no voy a hablar de Abelardo. Ni de quienes lo postularon como salvador de la izquierda. De aquellos que engañaron a Touriño con las bondades de su candidatura. No puedo, el temor me atenaza. Confío en que ellos sean más nobles y generosos que un servidor. Tan valientes y leales a la causa como de costumbre. Que den un paso al frente y reconozcan su responsabilidad. Así podré expiar mis pecados