Bon Xesús de Trandeiras

A.C.V. O BARCO

OURENSE

LA OTRA RIQUEZA OURENSANA En Xinzo permanece esta construcción como atractivo limiano de la que sólo se conserva la iglesia y parte del claustro El convento del Bon Xesús da Limia está ubicado en Trandeiras, municipio de Xinzo de Limia y fue fundado en la primera mitad del siglo XVI, estando ocupado por los franciscanos desde 1523 hasta su exclaustración en 1835. Este convento data de 1520, cuando lo fundó Juan Folgoso y Alonso de Pina, destacado personaje en la diócesis de Ourense, llegando a ser chantre, capellán real, protonotario apostólico, provisor, vicario y prior de la abadía de Xunqueira de Ambía, al mismo tiempo que tenenciario de varias iglesias del cabildo ourensano, entre ellas San Pedro de Moreiras.

13 jul 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

De su obra actual tan solo se salvan su iglesia, el claustro, la fachada y la rica decoración interior. Del magnífico edificio que otrora hubo en Trandeiras hay que destacar su hermoso claustro formado por arcos conopiales -tan solo se conservan los de la parte baja- obra del maestro cantero Bartolomé de Nosendo, autor, a la vez, de la portada de la iglesia y de la fachada de la de Sandiás. Cabe destacar también el templo -hoy parroquial- en cuyo interior se custodian hermosas imágenes de Cornielles de Holanda. De su primitiva construcción se conserva la bella portada plateresca y su airosa torre adosada. El resto fue reformado. La fachada presenta una magnífica puerta gótico-plateresca con influencias del personal estilo de Juan de Egas o por proximidad geográfica, el estilo manuelino. En toda ella hay gran riqueza ornamental. En una hornacina está la imagen del Niño Jesús y sobre ella, un pequeño rosetón. Estilísticamente es una mezcla de renacentista con las últimas manifestaciones o reminiscencias de un gótico flamígero. Arcos conopiales deprimidos y ligeramente peraltados sobre columnas exentas con capiteles historiados y motivos vegetales. El convento, a pesar de algunas obras de restauración, presenta un estado ruinoso. El pasar por dificultades ha sido una constante en su discurrir por la historia, hasta el punto que en 1668 sufrió un pavoroso incendio que lo destruyó casi por completo, siendo reedificado gracias a las limosnas recogidas por sus moradores.