Acoso, chanchullos, sentencias difíciles de respaldar o corruptelas de todo tipo, pelaje y calibre. Nos llueven los escándalos, siempre urgentes e histéricos, muy pocas veces históricos. Dijo alguien sabio y experto en traiciones, Charles Maurice de Talleyrand (1754-1838), que «todo lo exagerado es insignificante». En nuestros tiempos de redes y populismo, esa reflexión es pertinente para seguir la actualidad.
Las tertulias no dan abasto. Tienen noticias de corrupción para dar y tomar. Los detalles escabrosos hacen que algunos casos destaquen sobre otros, más allá de su gravedad. Considero que tiene especial relevancia el de los audios del responsable de Ribera Salud sobre el hospital de Torrejón. La sanidad privatizada tiene como misión principal engordar carteras, cumplir los objetivos financieros a cualquier precio.
Es su naturaleza. Y no debe sorprendernos. Tampoco que Alberto González Amador (1976), pareja de Isabel Díaz Ayuso, tuviera correo corporativo y una identidad falsa en el grupo Quirón. El novio más famoso de España usa el apellido Burnet. ¿Les suena? A mí sí. Recuerda al que empleaba el personaje de Don Johnson en la mítica serie Corrupción en Miami (Miami Vice). Cuando se infiltraba con los malos, el policía Sonny Crockett era Sonny Burnett. ¿Casualidad? ¿Mitomanía ochentera? ¿Simple desvergüenza?