
Tras haber visionado varias veces el encontronazo entre Zelenski y Trump me reafirmo en que fue una encerrona para lograr que el ucraniano firmara un acuerdo sobre sus tierras raras, nada equitativo y sin garantías de seguridad. Todo parecía ir muy bien hasta que el vicepresidente Vance intervino señalando que la única solución entre Rusia y Ucrania tendría que ser por la vía diplomática. Zelenski, agotado por los tres años de guerra que está desangrando su país y obligado a «mendigar» ayuda por todos los foros internacionales, le recordó que fue Putin quien incumplió el anterior acuerdo de paz. Zelenski continuó señalando que, desde la ocupación de Crimea en el 2014, los diferentes gobiernos estadounidenses y, para el caso, de la comunidad internacional, no hicieron nada para revertir la violación de la soberanía ucraniana
Y, entonces, como si respondieran a una coreografía ensayada, tanto Trump como Vance intentaron acorralar al presidente ucraniano acusándolo de irrespetuoso y desagradecido. La típica estrategia de hablar más fuerte y desviar la atención sobre un punto espinoso del que no se puede salir airoso. Cierto que EE.UU. ha aprobado ayuda para Ucrania. Dependiendo de las fuentes oficiales, la cantidad oscila entre los 174.000 y los 182.000 millones dólares. Recordemos que la aprobación de la ayuda no implica su desembolso. Así, de esta ayuda, según Zelenski, en realidad solo se han recibido 77.000 millones mientras que nada se sabe de los 100.000 millones restantes. En cualquier caso, mucho menos de los 350.000 millones que Trump afirma que se han desembolsado. Por su parte, Europa ha aportado 132.000 millones de euros desde febrero del 2022.
Trump declaró que defiende los intereses de EE.UU., pero, en realidad, son los de sus amigos magnates a los cuales quiere facilitar las tierras raras ucranianas a precio de ganga. Tampoco le preocupa la paz mundial, solo contentar a Putin concediéndole más del 20 % del terreno ucraniano aun a costa de poner en riesgo la indemnidad territorial de otros países europeos. Y, para colmo, acusa a Zelenski de estar jugando con el inicio de la tercera guerra mundial. Parece que su discurso lo han redactado en el Kremlin y no en la Casa Blanca. Es más que probable que a Trump le salga el tiro por la culata porque, aunque Kiev necesita toda la ayuda que pueda obtener, no está dispuesta a jugar de farol.