
Más divinos que humanos
En el autobús que va del aeropuerto a la ciudad. Tres jóvenes, dos chicas y un chico, ocupan seis plazas del autocar. Que va haciendo paradas, donde suben personas de todas las edades. Generalmente mayores. Pero nuestros lozanos pasajeros no se enteran porque van mirando algo importantísimo (de vida o muerte, por lo menos) en sus respectivos móviles. El mundo es suyo. Y de sus maletas. Aunque no de toda la juventud. Porque una gran parte, afortunadamente, está ocupada en estudiar y trabajar (a veces en más de una labor), hasta es capaz de socorrer en una dana limpiando barro, o ir de voluntariado al Quinto Pino, literalmente. Quizá el mundo entero no sea en su totalidad de los jóvenes, porque han de repartirlo con los trump de turno, que no piden, sino que disponen de lo que no es suyo, al menos de palabra, y son ejemplo para la juventud que ocupa dos asientos sin levantar la mirada del teléfono, rodeados de mayores que viajan de pie. Esto es lo que hay, nos guste o no. Y quien no quiera verlo se dará de bruces con la tozuda realidad. Mientras, a nuestra adormilada sociedad le venden libros de autoayuda, pedagógicas doctrinas (repetidas hasta aburrir) y mítines políticos llenos de autoaplausos. Porque sus protagonistas ya son más divinos que humanos. M. J. Vilasuso. As Pontes.
Desgracia de Ucrania
Al filo del cambio de legislatura en EE.UU., ha mutado la política americana respecto de Ucrania. Biden alimentó la guerra cuanto pudo. Con ello satisfizo a Ucrania en su defensa, y ya de paso también en la nuestra. Lo de Biden fue un ganar-ganar. Los soldados ucranianos fijaban a Rusia en su propia miseria. La obligaban a perseverar en su empeño. Con Biden, el conflicto no habría tenido final. Con Trump se va a acabar en un periquete. Sin armamento y munición americanos, sin apenas opciones en Ucrania para el reclutamiento de soldados, no hay alternativa posible. Trump tiene muy fácil parar la guerra. Tanto, como imposible alcanzar la paz para un pueblo desfallecido, que multiplicará su rencor tras tres años de afrenta que no le han valido sino para agrandar su indigencia. Ni siquiera logrará ingresar en la OTAN. No me digan que Biden no podía haber evitado el inicio de la guerra, simplemente proclamando al orbe que el ingreso de Ucrania en la organización dispararía la guerra con Rusia. Biden, siempre confuso en sus decisiones; Trump, lejos de ayudar a un pueblo oprimido, solo pensando en cómo sacar tajada con sus tierras raras. Uno y otro convergen en utilizar a Ucrania en los particulares intereses de cada cual. Uno y otro, coincidentes en que Europa apechugue con la reconstrucción de Ucrania y la ola de refugiados que nos alcanzará. Enrique López de Turíso. Vitoria.
O perigo da xenofobia
A xenofobia estase a converter nunha realidade preocupante. A pesar de que case nunca existiu nas sociedades de acollida unha disposición natural positiva cara aos inmigrantes, o proceso para vencer o medo irracional ao outro e a tentación de convertelo en chibo expiatorio foi traballar con tenacidade para superar as concepcións mentais erradas. Este liderado debe fundamentarse nunha combinación de compaixón, interese propio e amor polo Estado de dereito. O punto de partida é unha defensa inequívoca das garantías de protección internacional, gravemente ameazadas polos ataques duns e a ambigüidade doutros. Tamén é imprescindible poñer coto á desinformación que alimenta esta deriva e ás ferramentas tecnolóxicas e narrativas que a estenden coma un virus. Non hai «liberdade de expresión» no odio nin na incitación á violencia, sexa persoal ou institucional. Ningunha persoa é «ilegal». Ninguén é só unha «vítima» e o verdadeiro «problema» da mobilidade humana é ignorar os seus motivos e as oportunidades que xera. Xián Antón Lorenzo Rodríguez. Ribadavia.
Agradecimiento
Como usuario reciente del Centro de Rehabilitación de Psiquiatría de Piñor (Ourense), no puedo menos que constatar el trato exquisito, siempre profesional, no pocas veces afectuoso y a menudo cordialísimo, por parte de doctores, enfermeras, auxiliares, administrativos, barista, personal de limpieza y mantenimiento, terapeutas ocupacionales, asistentes sociales, psicólogos, etcétera. Como dijo Cicerón, «no hay mayor virtud que el agradecimiento y todas derivan de ella». Y un recuerdo entrañable a mis compañeros, que no salen de mi mente, recordando aquellos versos de Rilke: «Deja que todo te suceda: la belleza y el terror. / Solo sigue adelante. / Ningún sentimiento es definitivo». C. S. G.